'Fidget spinner', el juguete que arrasa en el mundo, llega a Cuba

Samuel, de 9 años, jugando con su 'fidget spinner'. (14ymedio)
Samuel, de 9 años, jugando con su 'fidget spinner'. (14ymedio)
Zunilda Mata

17 de julio 2017 - 17:34

La Habana/Samuel tiene nueve años y ha roto varios cristales de su edificio jugando a la pelota. Los vecinos más cercanos lo ven muy tranquilo por estos días desde que su madre le regaló un Fidget Spinner, un juguete de moda que algunos colegios de EE UU, Reino Unido o Argentina han tenido que prohibir por las distracciones que provocan entre los alumnos y que acaba de aterrizar en Cuba.

Simple e hipnótico, el pequeño divertimento con rodamientos puede dar vueltas durante varios minutos. Los hay con luces, colores fosforescentes, estampados y hasta que emiten una repetitiva música. En realidad se trata del viejo yoyo o del trompo de toda la vida que ha regresado, esta vez hecho de plástico.

Hasta hace pocas semanas solo había unos pocos ejemplares en la Isla, pero en las vacaciones de verano se ha multiplicado su presencia y se ha convertido en el pedido más repetido que hacen los pequeños a sus padres. Aunque todavía no se venden en el mercado legal, las redes ilegales tienen para todos los gustos.

"Se habla de que puede ayudar a aliviar el déficit de atención pero no me convence, porque no he visto ningún trabajo científico que lo demuestre"

El spinner fue creado en 1993 por la estadounidense Catherine Hettinger, de 62 años, que sufre de miastenia, una enfermedad que debilita los músculos y genera fatiga. Sus dificultades la llevaron a crear este juego para que su hija se distrajera y se ha considerado que combate la ansiedad y los problema de déficit de atención, llegando a utilizarse en EE UU como juguete terapéutico a pesar de que no están acreditados sus beneficios de manera científica.

"Acabo de ver uno, aunque ya había leído sobre el tema", cuenta a este diario María Antonia, de 69 años y psiquiatra jubilada especialista en el trabajo con niños. "Se habla de que puede ayudar a aliviar el déficit de atención pero no me convence, porque no he visto ningún trabajo científico que lo demuestre", aclara.

Todavía en las escuelas cubanas no ha comenzado a ser un problema, pero el spinner se ha ganado algunas prohibiciones en colegios de varios países. "Distrae a los estudiantes mientras están en clases y eso conspira contra el proceso de aprendizaje", asegura la psiquiatra.

"En las últimas semanas del curso un alumno comenzó a traer uno a clases y tuve que quitárselo y llamar a sus padres", recuerda Mercedes, maestra de segundo grado en el Municipio Plaza de la Revolución. La educadora cuenta que no lo hizo "porque fuera malo, sino porque todos los estudiantes estaban fascinados y querían darle vueltas todo el tiempo".

En muchos países, los comercios lo promocionan como ideal contra la ansiedad, para lograr una mayor concentración y también en los casos de autismo e hiperactividad. La revista Forbes lo considera un juguete imprescindible para la oficina y se cuenta entre los más solicitados en el portal Amazon.

José Carlos, de 38 años, hace de mula entre La Habana y Ciudad Panamá al menos dos veces al mes. Desde mayo pasado comenzó a agregar a las mercancías que importa los famosos spinners. "Primero le traje uno a mi hijo y después me encargaron los vecinos, pero ahora los traigo para vender", cuenta.

Pequeños, baratos y ligeros, los divertidos artefactos son el producto perfecto para pasar por la Aduana sin grandes problemas

Pequeños, baratos y ligeros, los divertidos artefactos son el producto perfecto para pasar por la Aduana sin grandes problemas. "Traigo algunos hechos solo de plástico, otros de plástico y metal y los más sofisticados con luces", cuenta José Carlos. En su última importación logró introducir medio centenar de unidades en el país.

"Se venden entre 5 y 15 CUC dependiendo del modelo", un negocio redondo si se tiene en cuenta que se compran entre 2 y 3 dólares en Panamá. "Con la venta de estos juguetes creo que voy a poder completar para arreglar el baño de la casa, así que espero que el furor dure bastante", asegura.

José Carlos no teme la competencia estatal, porque la red de ventas de juguetes que gestiona el Ministerio de Comercio Interior tiene, en su opinión, un suministro pobre y anticuado."Cuando aquí llegan los productos es porque ya dejaron de estar a la moda por allá afuera", ironiza.

Los problemas en la producción y venta de juguetes en Cuba avivaron el debate en la pasada sesión del Parlamento, cuando la diputada Aymara Guzmán, presidenta de la Organización de Pioneros José Martí, reconoció que el Gobierno no tiene una estrategia definida para su "producción, distribución y comercialización".

La circulación de juguetes en el mercado estatal disminuyó desde unos 118 millones de pesos a la que ascendía en 2012 a poco más de 94 millones. La caída se ha notado en la falta de variedad y en las largas colas que se forman a las afueras de las tiendas cuando se acerca el día de los Reyes Magos. La demanda ha crecido en la medida que hay familias con mayores entradas económicas o que reciben remesas.

Los altos costos y la baja calidad de las ofertas en las tiendas infantiles ha hecho que muchos padres opten por comprar juguetes manufacturados en el sector por cuenta propia o importados a través del mercado ilegal. Esta situación generó quejas entre los parlamentarios, que llamaron a que el Estado tenga una mayor presencia en el sector.

La circulación de juguetes en el mercado estatal disminuyó desde unos 118 millones de pesos a la que ascendía en 2012 a poco más de 94 millones

En un parque de la barriada de La Timba en La Habana dos niñas juegan a pasar el objeto, dando vueltas, de la yema del dedo índice a la punta de su nariz. Durante más de una hora ensayan piruetas y posibles movimientos. Otro niño las mira con una mezcla de ilusión y envidia.

Pero el gusto por los spinners no es solo cosa de niños. Entre algunos jóvenes se ha convertido en un objeto imprescindible que los acompaña en sus salidas nocturnas y las reuniones con amigos. Este sábado, algunos giraban incesantemente en la habanera Calle G, donde se reúne un sinnúmero de tribus urbanas cada fin de semana.

"Me relaja y no puedo apartar la mirada cuando está dando vueltas", dice a 14ymedio Jennifer, una adolescente de 16 años. La joven cuenta con orgullo que fue la primera persona que tuvo uno de estos juguetes en su barrio de La Lisa. "Esto es lo último, el que no tenga esto está atrás", sentencia.

En medio de la noche habanera algunas lucecitas se ven a ambos lados de la céntrica calle a medida que van llegando más jóvenes. Los transeúntes que pasan miran entre curiosos y sorprendidos el peculiar objeto. "Está bueno hasta para conseguir pareja porque atrae a mucha gente", asegura Jennifer.

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