Ramadán a la cubana

mujeres aparte
Las mujeres tienen un espacio para ellas separado del de los hombres. (14ymedio)
Reinaldo Escobar

14 de junio 2016 - 10:08

La Habana/Mohamed llegó al Islam cuando cumplía una misión militar en el Congo; Abdul cuando se dio cuenta que en 15 años de cristiano nunca había leído bien la Biblia; y Lázaro, que también ha adoptado el nombre de Abdul, cuando cumplía prisión como opositor. Todos son conversos y celebran el Ramadán cumpliendo el ayuno y rezando en árabe.

Ahmed cuenta que es musulmán desde hace 17 años y que empezó en su natal ciudad de Camagüey donde él era el único y ahora hay un sitio para orar con cerca de 140 fieles en la calle de San Isidro. Es el encargado de atender a los visitantes en la mezquita ubicada en el número 11 de la calle Oficios en La Habana Vieja. No permite que graben sus declaraciones en forma de entrevista, pero responde amablemente todas las preguntas.

Explica Ahmed que no es obligatorio llevar la ropa típica de los países árabes, pero que los profetas se vestían así y por eso muchos lo hacen. Lo mismo ocurre con la barba y la costumbre de llevar la cabeza cubierta. "Como somos musulmanes, nuestra religión acepta que podemos tener más de una mujer, siempre y cuando pueda el marido mantenerlas y que la primera esposa esté de acuerdo". Pero aclara que, respetando las costumbres cubanas, no se permiten matrimonios con menores de edad.

Cada día a partir del amanecer los musulmanes ayunan. No ingieren ni sólidos ni líquidos, tampoco fuman ni tienen relaciones sexuales

Entre los hábitos, además de la ropa y la barba, algunos llevan consigo una especie de cepillo de dientes, llamado siwāk hecho con una rama de un árbol que crece en la península arábiga. Además de tener cualidades terapéuticas se recomienda su uso en los días del Ramadán.

Este año, el 1437 de la hégira, el mes de Ramadán ha comenzado el 6 de junio y cada día a partir del amanecer los musulmanes ayunan. No ingieren ni sólidos ni líquidos, tampoco fuman ni tienen relaciones sexuales. Contrastado con lo que pudiera definirse como el estereotipo de un cubano común, parece difícil adoptar esta religión. Sin embargo, cada día se suman más personas. Las mujeres tienen un espacio para ellas separado del de los hombres y los niños corretean sobre la alfombra del espacioso salón, donde es un requisito comprensible quitarse los zapatos.

"Esto es como un hospital", dice Abdul Karim, un joven que se gana la vida como albañil por cuenta propia. "Todos tenemos algo que debemos curarnos y Alá solo nos pide sumisión para ofrecernos la paz espiritual". Su afirmación se hace evidente cuando aparece un joven al que todos miman en la mezquita. Le dicen "el ruso" y asegura que fue príncipe en Gran Bretaña, que habla 25 idiomas y que el Islam "entró a Cuba con Cristóbal Colón, que era musulmán".

Los musulmanes que aquí se reúnen se identifican con la corriente sunita. En el barrio de Lawton hay otro sitio donde acuden los chiitas, las diferencias no generan conflictos, solo que los de La Habana Vieja no reconocen como musulmanes a los de Lawton y viceversa, pero la sangre no llega al río.

A partir de las 7 de la noche, poco antes de que oscurezca la afluencia de fieles se hace más intensa. En un momento se escucha por los altavoces una recitación del Corán en lengua árabe. Todos se acercan al muro situado en el lado del edificio orientado hacia La Meca y se colocan frente a un cuadro donde está escrito el nombre de Alá. Allí se sientan, se inclinan y se ponen de pie en la medida que el ritual lo reclama.

Cuando afuera ya el sol se ha escondido se sientan algunos frente a las mesas, otros en el piso y comienza a repartirse la cena. Arroz con frijoles, ensalada, boniato y carne de cordero. Además hay pan, dátiles y refresco enlatado. Según los testimonios recogidos, los costos de esta ceremonia corren a cargo de la embajada de Arabia Saudita en Cuba, quienes además fueron los que hicieron la inversión principal para convertir lo que una vez fue un museo de automóviles viejos en una mezquita climatizada, bien iluminada, cubierta con alfombras y decorada con tapices.

"En el Congo, donde yo cumplía una misión internacionalista, los musulmanes llevaban el Islam desde su nacimiento y lo arrastraban de sus antepasados más remotos. Nunca antes vi en ninguna parte una religión tan pura"

Como todo esto ocurre en Cuba las actividades del Islam son observadas con una mezcla de respeto y suspicacia. Lázaro Fresneda, un opositor al Gobierno que se acercó hace varios años al Islam y que responde al nombre de Abdul Radman siente que a cada rato hay hombres fisgoneando que tienen "la pinta de gente del aparato". Asegura que en los días que el presidente Obama visitó La Habana la mezquita estuvo cerrada y cuenta que recientemente se apareció allí René González, uno de los cinco agentes de la inteligencia cubana que fueron liberados de sus condenas en Estados Unidos. "Dijeron que él rezaba con los musulmanes en la prisión, pero yo ni le di la mano".

La canosa barba de Mohamed Alzain da la impresión de llevar con él mucho tiempo, pero asegura que solo hace un año que no se afeita. Ante la observación de que mantiene su bigote, sonríe y dice que "a veces se me olvida cortarlo". Recuerda que era un oficial de las Fuerzas Armadas cuando empezó a sentir la inclinación religiosa. "En esa época –recuerda- ser militar no encajaba con creer en Dios, pero en el Congo, donde yo cumplía una misión internacionalista, los musulmanes llevaban el Islam desde su nacimiento y lo arrastraban de sus antepasados más remotos. Nunca antes vi en ninguna parte una religión tan pura".

Poco antes de las diez de la noche los fieles empiezan a retirarse. Este martes seguirán el ayuno, a menos que estén enfermos o se trate de mujeres embarazadas. Se exceptúan también los niños y aquellos que estén viajando por más de tres días. Cuentan los días hasta el 6 julio, cuando concluirá su Ramadán "a la cubana" y entonces realizarán una gran fiesta.

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