Zapeando en el ‘paquete’ (mucho) y en la programación nacional (poco)

La mala calidad de los programas nacionales le han restado protagonismo. (EFE)
La mala calidad de los programas nacionales le han restado protagonismo. (EFE)
Zunilda Mata

14 de julio 2016 - 09:54

La Habana/Con el durofrío en la mano y las chancletas quitadas frente a la pantalla, pasaban buena parte de sus vacaciones los niños cubanos a finales del siglo pasado. La programación televisiva de verano constituía entonces una de las pocas opciones recreativas, pero en la actualidad la competencia con el paquete y la mala calidad de los programas nacionales le han restado protagonismo.

En un intento para frenar la caída de su audiencia, el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) ha programado 48 películas semanales, la cobertura de los Juegos Olímpicos de Río 2016, producciones cubanas y extranjeras, además de las ya tradicionales retransmisiones de series y telenovelas. Los espacios deportivos y dramatizados de estreno serán protagónicos, según Fabio Fernández, director de Contenidos y Programación de la Televisión Cubana.

Como rival de la opción estatal se halla el ilegal paquete, que en su edición semanal contiene 990 gigabytes de materiales audiovisuales. En 40 carpetas, se incluyen al menos seis películas de estreno en alta definición, unos 30 filmes entre clásicos y recientes, más de 150 series, algunas de ellas actualmente en la programación de la televisión cubana y otras que ni siquiera han llegado a la cartelera oficial.

Como rival de la opción estatal se halla el ilegal paquete, que en su edición semanal contiene 990 gigabytes de materiales audiovisuales

Las propuestas del ICRT poco pueden hacer ante los 48 shows televisivos que trae cada semana su competidor informal, sus 25 tráileres, la docena de discos con música internacional y más del doble de producciones musicales y videoclips del patio. Todo eso coronado con cerca de 130 documentales variados y medio centenar de partidos deportivos de todo tipo.

En conferencia de prensa en el Pabellón Cuba, el especialista principal de la Televisión Cubana (TVC), Freddy Suárez, aseguró que el 91% de encuestados en una pesquisa realizada por la entidad señaló a la programación televisiva oficial como su opción recreativa preferente, algo que contrasta con el elevado consumo de materiales audiovisuales obtenidos en las redes alternativas de distribución y las opiniones de los clientes.

Con 42 años y un televisor de 52 pulgadas en la sala de su casa, Laura Caballero se considera una "televidente en retirada". Trabajó durante varios años vinculada al ICRT, pero ahora "ni siquiera" tiene "una antena para sintonizar la programación nacional". Argumenta que prefiere consumir "a la carta" y tener un suministro "más actualizado" de series y películas.

Las dos hijas de Caballero, de 18 y 20 años respectivamente, tampoco consumen la cartelera televisiva nacional. "Es muy diferente a cuando yo era niña y adolescente, cuando estábamos condenados a dos canales" explica la madre. "Ellas siguen las telenovelas por el paquete y en su círculo de amigos todos hacen los mismo".

El escritor y presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, Miguel Barnet, lamentó hace pocas semanas que los jóvenes cubanos prefieran quedarse en sus casas viendo "tantas películas chatarra" y en el III Pleno del Comité Nacional de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) se les llamó "productos seudoculturales que reproducen e imponen patrones de la sociedad de consumo".

Sin embargo, la programación televisiva de verano también echa mano de esa supuesta "chatarra". Las películas de Estados Unidos, por las que el ICRT sigue sin pagar derecho de transmisión, salpican la cartelera de julio y agosto, junto a las series robadas al vecino del norte y los documentales pirateados del Discovery Channel.

Las películas de Estados Unidos, por las que el ICRT sigue sin pagar derecho de transmisión, salpican la cartelera, junto a las series robadas al vecino del norte y los documentales pirateados del 'Discovery Channel'

En la cosecha nacional, apenas se cuenta en el canal Cubavisión con la revista musical campesina La Guardarraya, el poco afortunado programa El yerbero, conducido por Alden Knight y @PPTV, espacio de opinión y debate sesgado por la falta de diversidad que ha lastrado todos los intentos anteriores de fomentar la discusión frente a las cámaras.

La segunda temporada del programa de competencia Sonando en Cuba se encuentra entre los pocos momentos made in Cuba que generan expectativas, mientras que el esperado policíaco cubano Uno ya ha dejado ver sus esperpénticos personajes, de policías buenos-buenos y criminales a los que hay que aplastar sin conmiseración con todo el peso de la ley.

El resto de las horas al aire se ha rellenado con retransmisiones de, por enésima vez, Los pequeños fugitivos, el popular Su propia guerra, que en su momento levantó pasiones y al que ahora se le ven las gruesas costuras de la ideología por todos lados y los somníferos capítulos de Tras la huella, mala copia del estadounidense CSI.

Con semejantes opciones, la televisión cubana apenas puede enfrentar a su contrincante principal. El paquete seguirá señoreando en las preferencias y llenando las pantallas durante este verano, aunque desde el poder lo estigmaticen y desde el ICRT lo intenten emular.

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