Editando la lista de contactos

Una joven consulta su teléfono móvil. (CC)
Una joven consulta su teléfono móvil. (CC)
Víctor Ariel González

08 de diciembre 2014 - 21:48

La Habana/Cumplió 24 años y pasó ese día con los pocos amigos que aún viven en Cuba. Se reconoce como fiel exponente de una generación marcada por el desarraigo y el escape. Decidió no terminar su servicio social para dedicarse a la artesanía y, gracias a su perfecto inglés y a varias relaciones, ofrece además visitas dirigidas a turistas. "Es que la licenciatura en idiomas no paga por sí sola", confiesa Camila.

Sentada en el patio de su casa, cuenta que allí solía reunirse la gente de su facultad, al igual que varios antiguos colegas de preparatoria. Era el lugar de todas las fiestas, como reconoce un simpático diploma hecho a mano, que conserva enmarcado sobre una pared. Todavía se celebra ahí algún que otro guateque, solo que ahora estos se han ido espaciando porque "todo el mundo ha ido tomando su camino..., tú sabes".

Lo sé. Y el gesto que Camila hace con la mano, imitando un avión que despega, lo confirma. Para probar su punto, agrega: "¿Has sacado la cuenta de cuántos contactos has tenido que editar en tu lista del teléfono?", y remata con que el día de su cumpleaños la llamaron más gente desde el exterior que desde Cuba.

Ella trata de restarle seriedad al hecho, quizá sin proponérselo, detrás de una sonrisa de complicidad. Lo cierto es que sus palabras dejan escapar un ligero aroma a añoranza. Hoy tiene amigos en Europa, Asia y hasta en Australia, pero es EE UU "su segunda Isla" porque más de la mitad de los hoy ausentes están allí. A todos ellos ha debido cambiarles el número que originalmente poseía en su lista de contactos.

Sin embargo, el nuevo prefijo telefónico que les ha tocado contrasta con las fotos viejas que aparecen en la pantalla del móvil de Camila. No quiere olvidar que fueron tiradas aquí, cuando sus amigos aún estaban en Cuba y no había llamadas, sino más bien visitas y reuniones multitudinarias "tanto para estudiar para un examen como para tomarnos una botella, o quizá un poco de ambos". Su visión acerca del presente para los jóvenes como nosotros se resume así: "Nuestra generación está hipotecada. Vamos a tardar muchos años en pagar esa deuda espiritual, si es que todavía podemos".

Su frase –que robé– es tan lapidaria que cualquier otra palabra sobra. ¿Y quién crees que se sume a la lista de los que llaman desde fuera de Cuba en tu próximo cumpleaños?, le pregunto luego. Levanta las cejas y ríe: "Como yo veo las cosas, y si todo se me da bien, el próximo cumpleaños tal vez la que llame desde el exterior sea yo, para que quienes haya dejado aquí puedan felicitarme entonces. Lo más posible es que debas cambiar mi número en tu lista de contactos".

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