Réquiem por un debate

Miriam Celaya

08 de febrero 2015 - 07:52

La Habana/NOTA: Dado el cariz personal que va tomando esta polémica con Antonio González Rodiles, he decidido publicar este texto en mi blog cuya línea editorial es de mi total responsabilidad

No tenía la intención de prolongar lo que desde un inicio sabía iba a ser una confrontación estéril. De hecho, titulé así el artículo en el que creía estaba polemizando con Antonio González Rodiles. Ahora, con sus “Notas sobre una polémica”, corroboro que algunas personas son particularmente alérgicas a la crítica. Sencillamente están tan elevadas que solo debemos limitarnos a aplaudirles y contemplarles las plantas de los pies. Pero, al margen de cualquier despecho o susceptibilidad de diosecillos de ocasión, quiero cerrar mi parte en esta polémica.

Resulta muy notorio que González Rodiles se sienta ofendido hasta tal punto que necesite descalificarme planteando que yo le hice antes “ataques personales”. Sí que tiene un ego gigantesco este ¿líder político? ¡Vaya arrogancia! Por demás, mi estilo siempre ha sido franco y directo; quizás un poco doloroso para algunos, o demasiado sincero para otros. Sé que puedo ser irritante, pero nunca hipócrita. Mis amigos tampoco escapan a esto, y hasta me lo agradecen. Por suerte para mí, la mayoría de mis “víctimas” tiene un buen dominio del idioma y no me malinterpreta. O acaso sean más receptivos y diáfanos.

Resulta muy notorio que González Rodiles se sienta ofendido hasta tal punto que necesite descalificarme planteando que yo le hice antes 'ataques personales'

Así, González Rodiles, que está pletórico de buena fe, no “quiere hacer de esto un asunto personal”, y lo demuestra de la mejor manera que conoce: asegurando que yo “en otras ocasiones” he publicado “artículos altisonantes y plagados de mala fe incluso contra personas muy respetadas como el ex prisionero de conciencia, periodista y escritor Jorge Olivera, entre otros”. Diríase que González Rodiles no tiene argumentos para responder a mis críticas y apela a utilizar a Olivera como ariete para “demostrar” mi incompetencia para el debate y mis malas intenciones. Ahora bien, en buen español –la más completa de todas las lenguas–, escudarse en terceros cuando el plante es entre dos es una actitud que clasifica como cobardía.

Es cierto que en una ocasión, hace algún tiempo, hice una crítica a un artículo de Jorge Olivera. No recuerdo el título del suyo, pero el del mío era “Hatuey y Guamá son los padres de la disidencia” (abril de 2013), y fue publicado en Cubanet. Cualquier lector puede buscarlo, y encontrará también la referencia al de Olivera.

Ahora bien, al menos hasta hoy, Olivera y yo mantenemos relaciones de mutuo respeto y cordialidad. Hemos coincidido y conversado personalmente en numerosos espacios y jamás me ha manifestado sentirse ofendido. Todo aquel que me conoce medianamente puede dar fe de que soy muy accesible y no sufro raptos de histeria o ira, y creo que Olivera es un caballero suficientemente decente y recto como para reclamarme, sin necesidad de intermediarios, por lo que me sorprendería mucho que él se hubiese prestado a una componenda con González Rodiles en lugar de dar la cara. De haberme reclamado, yo gustosamente hubiese pedido disculpas a Olivera, puesto que mi intención nunca fue ofenderlo; pero esto no significa que no siga sosteniendo los criterios que escribí en aquel artículo ni justificaría una bajeza de su parte.

En buen español, escudarse en terceros cuando el plante es entre dos es una actitud que clasifica como cobardía

Sin dudas, yo soy una persona imperfecta. Cometo tantos errores como el que más, y encima de esto, hay que rebatirme con argumentos, no con lugares comunes. Pero de lo que nadie jamás podrá acusarme es de hablar mal de los demás a hurtadillas, en corrillos privados o en cofradías. Yo siempre voy de frente, sin disimulos. No soy yo la intrigante que, en cualquier evento u ocasión, susurra al oído del sujeto más cercano un comentario acerca de “lo mal que se viste” esta o aquella persona, lo “ingenuo” que es tal o cual opositor, “lo falsas” que son las listas de los miembros de aquel movimiento, o que “Fulano quiso aprovechar cuando yo estaba detenido en un calabozo para robarme mi proyecto De la Demanda Ciudadana”.

Con toda seguridad, González Rodiles sabe perfectamente a qué y a quiénes me refiero, como también recordará la ocasión en que convocó mi apoyo para desacreditar a un compañero de ruta a quien aprecio y respeto profundamente, y yo me negué. Desde entonces, este pretendido “espalda plateada” de la oposición cubana me retiró su gracia. ¡Gracias!

Ahora vamos a lo que él piensa es el meollo político de su texto. Lo organizaré por puntos, ya que he podido comprobar que González Rodiles no solo tiene dificultad para expresar con claridad sus propias ideas, sino también para entender las ajenas; una discapacidad de la comunicación que constituye una limitante severa si, como es el caso, se tienen tantas ambiciones políticas.

1.- No he negado la importancia que tienen y han tenido a lo largo de la Historia, para Cuba y para toda nuestra región, las políticas estadounidenses. No es una cuestión de avergonzarse o no, es una verdad de Perogrullo que se pudo ahorrar en su texto. Ese no es el punto.

2.- Solo utilicé los casos de las transiciones de España, Polonia y Chile para ejemplificar procesos hacia la democracia que evolucionaron y se consolidaron a partir de diálogos entre la oposición y los regímenes en el poder. Nunca afirmé que la realidad cubana se asemejara a la de estos países. De hecho, las de éstos entre sí también difieren bastante, por lo cual resulta gratuita cualquier exhibición de wiki-cultura al respecto. Si se hubiese tratado de un debate sobre transiciones e historia, con seguridad yo hubiese apelado a historiadores, científicos sociales o especialistas del tema. Ese no era el punto.

3.- Si González Rodiles sentía necesidad de retar a Reinaldo Escobar, Yoani Sánchez y Dagoberto Valdés a discutir “públicamente”, no tenía que utilizar mi polémica como pivote. Fue una graciosa pirueta, pero se suponía que su debate actual era conmigo.

Abogo por un levantamiento gradual y condicionado del embargo, y existen numerosos documentos que así lo demuestran

Por mi parte, no tengo la intención de defender en este texto a tres cubanos cuya obra, prestigio y resultados, por sí solos, son más que elocuentes, y cuyo ejercicio más habitual es precisamente la discusión pública y respetuosa de sus ideas. No obstante, tampoco era necesario mentir. Yo emplazo a González Rodiles a que presente siquiera un documento o cite una ocasión en que alguna de las tres personas que tanto concitan su desvelo hayan pedido un levantamiento incondicional del embargo. Ellos, y también yo, abogamos por un levantamiento gradual y condicionado del embargo, y existen numerosos documentos que así lo demuestran, incluyendo artículos que esta escribidora ha publicado, tanto en su blog como en otros espacios.

Y ahora González Rodiles tira un farol de pacifista cuando dice: “como luchadores pacíficos defendemos una solución sin violencia…”. Con seguridad, debe tratarse de algún tipo de lapsus mente. Me pregunto cuál tipo de “discusión” le apetecería tener con “la otra posición”, considerando sus antecedentes. ¿Acaso sería como aquella ocasión en la que injurió de palabra y casi agredió físicamente a Dagoberto Valdés frente a una embajada, solo porque éste se manifestó a favor del diálogo Cuba-EE UU? ¿Volvería el fogoso “líder político” a utilizar su habitual y valiente frase de guapo de barrio, “esto lo resolvemos entre hombre, como tú quieras” que ha regalado a otros opositores?¿Se levantaría de su asiento y abandonaría el debate si los contertulios no quedan convencidos con sus postulados, tal como –haciendo gala de la mayor carencia de diplomacia política– ocurrió durante la velada vespertina del 18 de enero último, en la residencia del Jefe de la SINA, ante los legisladores estadounidenses que nos visitaron y más de una decena de disidentes? ¿Será que esta persona sufre una especie de bipolaridad que lo lleva a proyectar una imagen para los medios y otra, completamente opuesta, en un plano más personal? ¿Estaremos ante un extraño caso de Dr. Jekyll y Mr. Hyde?

También aprovecho para manifestar mi curiosidad y confesar mi ignorancia, pero no comprendo quién estableció los que son, según González Rodiles, “los principales promotores de estas políticas” (se refiere a los que favorecemos el diálogo) y en base a qué parámetros fueron elegidos. También sería una verdadera muestra de transparencia publicar la encuesta –y quién la realizó– que mostró una “mayoría” de la oposición y de la sociedad civil opuesta a las negociaciones entre los Gobiernos estadounidense y cubano. En lo personal, y hasta donde conozco, ni yo ni otro miembro de la sociedad civil hemos sido encuestados; pero mi caso se explica: yo no soy una “promotora principal” para él, así que mi criterio no califica.

Sostengo que la sociedad civil independiente cubana es débil y todavía carece de verdadero poder para representar al pueblo

Pero éstos tampoco son exactamente los puntos. Lo cierto es que González Rodiles escurrió el bulto a la polémica cuando no respondió cuestiones sobre política que considero esenciales en mi texto anterior y que, o bien esboza desde especulaciones inconsistentes, o simplemente evadió, sin más explicaciones. Resumiré varias, por puntos:

1.- No argumenta con ejemplos y resultados su aserto del supuesto poder de convocatoria de la sociedad civil. No aclara cuál es “el impacto” logrado por esos grupos y su magnitud, aunque del contexto se infiere que –modestamente– se refiere a su propio espacio cultural, Estado de Sats . Debe perdonar mi desliz; yo no estaba enterada de que el pueblo cubano, “el soberano” estaba tan pendiente de su desempeño. Aquí sumo una acotación: sostengo que la sociedad civil independiente cubana es débil y todavía carece de verdadero poder para representar al pueblo; que no tiene poder de convocatoria y que si eso es también un criterio del régimen, al menos en ese punto coincido con la satrapía. No así en el afán caudillista y ególatra.

2.- Que González Rodiles repita un criterio suyo “innumerables veces” no hace que se convierta en una verdad institucionalizada.

3.- No explicó su definición de “pueblo desconcertado” ni la estrategia que piensa seguir para sacarlo de su desconcierto.

4.- No expone en base a qué parámetros el régimen cubano debe ser “ilegítimo” para el Gobierno estadounidense y “legítimo” para presentarle la “Demanda Ciudadana por otra Cuba”. A propósito, tampoco ha trascendido el resultado de esa campaña y en qué punto se encuentra el proceso legal, como tampoco qué otras acciones se están realizando en ese sentido. Lo traigo a colación en virtud del derecho que me asiste, como firmante de la demanda, a estar informada e informar a los activistas desconectados de Internet que me preguntan sobre el tema.

5.- No aclara su inexplicable separación del posible empoderamiento económico de los cubanos como uno de los derechos humanos contenidos en los Pactos, cuya ratificación se exige en la Demanda Ciudadana. ¿Acaso no son indivisibles todos los derechos humanos?

6.- Seguimos sin conocer cuál es su alternativa a un diálogo Cuba-EE UU o los beneficios, al menos a mediano plazo, que debemos esperar los cubanos del embargo.

Seguimos sin conocer cuál es su alternativa a un diálogo Cuba-EE UU o los beneficios que debemos esperar los cubanos del embargo

Concluyo con una declaración inamovible: tengo por principio decir lo que pienso, sin afeites. Las personas que consideren como ofensas las verdades o que no toleren el escrutinio público no deberían elegir la política como campo de acción; mucho menos aspirar a liderazgos en una futura Cuba en democracia. Probablemente, de asumir el gobierno, aniquilarían la libertad de expresión y de prensa.

En cuanto a polemizar con González Rodiles, he terminado. No creo que tengamos nada más que intercambiar sobre esto, ni en público ni en privado. Es obvio que no llegaremos a un acuerdo ni tampoco somos tan importantes como para que el futuro de Cuba dependa de ello. Espero que en lo sucesivo, valore mi silencio por lo que realmente significa. Esta fue la corta historia de un debate que murió antes de nacer.

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