El béisbol revolucionario murió (Q.E.P.D)

Fidel Castro promovió un modelo de béisbol desde su llegada al poder que a día de hoy se puede dar por muerto. (Archivo)
Fidel Castro promovió un modelo de béisbol desde su llegada al poder que a día de hoy se puede dar por muerto. (Archivo)
Uziel Gómez Padrón

17 de marzo 2017 - 12:57

Santiago de Chile/Cuba se retiró, noqueada por Holanda, del IV Clásico Mundial, sin superar la segunda ronda y con cuatro derrotas y apenas dos triunfos. La actuación del equipo ha desatado cataratas de tinta y de comentarios.

Sin embargo, no quiero hacer otro análisis técnico-táctico más sobre la peor actuación de Cuba en el evento, sobre la calidad de sus peloteros, sobre si con los cubanos que juegan en las Grandes Ligas (MLB) habría tenido otro resultado o debatir del nivel de la Serie Nacional.

Quiero, simplemente, escribir un obituario. El béisbol revolucionario murió. Q.E.P.D.

El Comandante murió en noviembre pasado y apenas cuatro meses después, vaya coincidencia, estamos presenciando los funerales de "su" béisbol

Sí, me refiero a ese béisbol que instauró Fidel Castro el 14 de enero de 1962 cuando, al inaugurar la primera Serie Nacional de Béisbol, pregonó "el triunfo de la pelota libre sobre la esclava".

Con ello buscaba poner fin a la Liga Profesional de Béisbol, que había nacido el 29 de diciembre de 1878, -84 años antes y cuando Cuba se tomaba una tregua tras la Guerra de los 10 años-, e instaurar su nuevo modelo, utilizando a los peloteros cubanos de conejillos de Indias.

El Comandante murió en noviembre pasado y apenas cuatro meses después, vaya coincidencia, estamos presenciando los funerales de "su" béisbol.

Como decían los abuelos, árbol que nace torcido jamás su tronco endereza. ¿Qué otro final podría tener el béisbol revolucionario, que separó a los peloteros "patriotas" de los "gusanos/traidores a la patria", de los que se quedaban en la Isla o de los que se iban?

¿Qué otro final podría tener un sistema deportivo que prohíbe el libre ejercicio de la profesión de los peloteros, que pudieran decidir, como personas con derechos humanos básicos que son, en qué liga y país jugar, con qué equipo, qué sueldo recibir y bajo qué condiciones?

¿Qué otro final podría tener un torneo deportivo que no permite el ingreso a ningún jugador extranjero, como si fueran una peste bubónica, en un acto que podría ser catalogado de nacionalista, fascista e intolerante, amén de la falta de competitividad que genera?

Esa pelota revolucionaria tiene que morir, y sólo así resurgirá una pelota basada en la libertad y el emprendimiento, donde se premie a los mejores y se compita con los mejores del mundo

¿Qué otro final podría tener un torneo que no permite, por ejemplo, que sus Leonel Messi o Cristiano Ronaldo jueguen para su selección por el delito de jugar en países extranjeros y prohibir a sus fanáticos ver las ligas donde ellos juegan?

Esa pelota revolucionaria tiene que morir, y sólo así resurgirá una pelota basada en la libertad y el emprendimiento, donde se premie a los mejores y se compita con los mejores del mundo, como en cualquier país democrático.

En su visita a la Isla en 1998, el Papa Juan Pablo II inmortalizó la frase: "Que Cuba se abra al mundo y el mundo se abra a Cuba".

En el béisbol, el mundo ya se abrió a Cuba. Ahora solo falta que Cuba abra su béisbol al mundo.

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