Las conferencias migratorias para el castrismo

Aquellas primeras conferencias estaban orientadas a dividir a los exiliados de la masa migratoria que no se manifestaba políticamente. (Presidencia de Cuba)
Aquellas primeras conferencias estaban orientadas a dividir a los exiliados de la masa migratoria que no se manifestaba políticamente. (Presidencia de Cuba)
Pedro Corzo

18 de noviembre 2023 - 14:33

Miami/La capacidad del totalitarismo insular, a pesar de su larga agonía, de elaborar estrategias que en alguna medida extiendan su existencia es realmente notable, realidad que está evidenciada con la convocatoria a una IV Conferencia sobre la Nación y la Emigración, dos conceptos que la dictadura interpreta a su conveniencia.

No debemos perder de vista que el castrismo, en esta conferencia y las anteriores, sigue atribuyéndose la representación de la nación, lo que nos conduce a recordar que Fidel Castro, desde el mismo día de la victoria insurreccional, el 1 de enero de 1959, hizo pública su pretensión de sintetizar en su persona a la nación y su Gobierno, como si él fuera una especie de trinidad que simbolizaba lo más trascendental, la patria.

El castrismo, cuando le convino políticamente, galvanizó a sus partidarios seleccionando a los que partían al extranjero y a los opositores como el enemigo a odiar. Sí, odio. Un acto sencillo como abandonar tu país en busca de una vida mejor fue calificado de traición, y el traidor no podía regalar sus bienes. Estos le eran confiscados y se le advertía de que no podía retornar al paraíso abandonado.

Sin dudas, esta manipulación del entorno, hasta convertirlo en mentira, le ha rendido grandes frutos

Sin dudas, esta manipulación del entorno, hasta convertirlo en mentira, le ha rendido grandes frutos. Una notable parte de la población se plegó voluntariamente al régimen, mientras otro sector, no menos relevante, lo enfrentaba o decidía salir del país, con todo el repudio oficial que ambas actuaciones implicaban.

El colmo, un revolucionario no podía cartearse con un exiliado, particularmente si este residía en Estados Unidos. Recuerdo a una señora que le dijo a su hermana llorosa: "No nos escribas porque eso podría perjudicarnos". Sin embargo, unos pocos meses después, estaba pidiendo asistencia a través de la madre de ambas. Esa doble moral de sus seguidores ha sido siempre la de los gobernantes.

El aparato propagandístico del régimen trabajó intensamente sobre la población para lograr incorporar al credo popular la certeza de que Fidel, la Revolución y Cuba eran lo mismo, tanto que el dictador supremo dijo: "Revolución es unidad, es independencia, es luchar por nuestros sueños de justicia para Cuba y para el mundo, que es la base de nuestro patriotismo, nuestro socialismo y nuestro internacionalismo".

Aquellas primeras conferencias estaban orientadas a dividir a los exiliados de la masa migratoria que no se manifestaba políticamente. En esos tiempos no importaban las potenciales ayudas, el que dejó la Isla, salvo que mostrara arrepentimiento y colaborara con el Gobierno, seguía siendo un enemigo.

La dictadura creía que podía ser autosuficiente y que la población estaba dispuesta a morir de hambre por los sueños de su faraón

Entonces, la dictadura creía que podía ser autosuficiente y que la población estaba dispuesta a morir de hambre por los sueños de su faraón.

A partir de ahora regirán otras reglas. Los exiliados podrán mutar a emigrados si están dispuestos a rehabilitarse invirtiendo en Cuba. Por supuesto que usted no debería preocuparse por que las condiciones del país estén más caóticas que cuando lo abandonó, y que sus bienes puedan ser confiscados por decreto, por la crónica falta de seguridad jurídica.

Confiar en el régimen cubano es un craso error. La estructura mental de sus líderes solo ha conocido del ventajismo, de ahí que cambiaran la soberanía nacional por los multimillonarios subsidios soviéticos y que, agotada la URSS, se asociaran con un militar golpista hasta llevar a Venezuela a la bancarrota.

A través de estas más de seis décadas el régimen ha despilfarrado miles de millones de dólares, sin olvidar que una buena parte de esta fortuna la dilapidaron los herederos de la clase gobernante o se encuentra en las cuentas bancarias de funcionarios corruptos.

Ese dinero no solo proviene de los caudales soviéticos y venezolanos. También hay plata de inversionistas extranjeros que confiaron en las promesas del castrismo, particularmente de empresarios españoles, aunque estos tenían sus inversiones garantizadas por Madrid, condición que los emigrados que inviertan no tendrán.

El Gobierno Castro-Díaz-Canel solo procura sobrevivir. Los principios se fueron para el basurero de la Historia, como gustaba decir el máximo líder. Los enemigos de ayer se transforman en aliados si son capaces de pagar el peaje que les asignen. Para el castrismo, aún en vida de su comandante, todo tiene un precio, que muchos, no estamos dispuestos a pagar.

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