La crisis de Macri
Madrid/No hay presidente argentino no peronista de las últimas décadas sin su crisis particular. Ocurrió con Raúl Alfonsín y Fernando de la Rúa, y ahora le toca el turno a Mauricio Macri. En las ocasiones anteriores, la magnitud de la crisis supuso acabar el mandato antes de lo establecido. De momento no es el caso, aunque muchos se pregunten por las semejanzas y diferencias entre 1989 y 2001 con 2018.
La política también es cuestión de suerte y mientras la mayor parte de la gestión de los Kirchner tuvo lugar durante el súper ciclo de las commodities, cuando Macri llegó al poder la fiesta de los altos precios de las materias primas había concluido. No sólo eso. Hoy Argentina sufre los efectos de la peor sequía de los últimos 60 años, lo que compromete sus exportaciones agrícolas y ganaderas.
A esto se agrega la recesión brasileña y el incremento de los precios del petróleo. El aumento de las tasas por la Reserva Federal sólo ha complicado las cosas. El hecho de que las divisas de muchos países emergentes hayan sido golpeadas por esta última medida no es un consuelo, pero debe servir para contextualizar la magnitud de la coyuntura argentina.
Es paradójico que cuando en abril pasado regresaron los viejos demonios argentinos, el tema central de la agenda mediática era la más que probable reelección de Macri. Pero en la vida política, y más en la argentina, no hay nada seguro. De ahí que haya cambiado el eje de la discusión e inclusive se vuelva a hablar del peronismo como alternativa al macrismo en 2019.
Hoy Argentina sufre los efectos de la peor sequía de los últimos 60 años, lo que compromete sus exportaciones agrícolas y ganaderas
Salvo el kirchnerismo, que por diversos motivos aspira a acabar con este Gobierno de cualquier manera, el peronismo más tradicional tiene otros objetivos. Si bien Cristina Kirchner tiene un sólido piso electoral cercano a 30%, su fuerte rechazo entre la población reduce considerablemente su techo y limita sus opciones en una elección a doble vuelta. Al peronismo, aún sin un candidato de referencia, no le interesa un final abrupto de Macri, lo cual facilita el diálogo, aunque la proximidad de las elecciones, octubre de 2019, complica los acuerdos entre Gobierno y oposición.
La gravedad de lo ocurrido obligó al presidente a reconocer que esta no era una crisis más, a expresar su compromiso para resolverla y a mostrar su esperanza en que fuera la última. Pero más allá de su voluntarismo Macri se equivocó al afirmar algo cuya resolución no está en sus manos dada la creciente interconexión de la economía mundial.
Si bien la tensión se redujo en los últimos días, esto no evitará nuevos sobresaltos, incluyendo provocados estallidos sociales. El recuerdo del corralito sigue planeando, al igual que el del helicóptero que sacó a de la Rúa de la Presidencia. Al cumplir mil días en el Gobierno, más que en concluir su mandato, algo históricamente memorable, Macri sigue aspirando a su reelección. Su determinación junto a una coyuntura económica más favorable que en 2001 podrían incidir en la resolución de la crisis.
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Nota de la Redacción: este análisis ha sido publicado previamente en El Heraldo de México. Lo reproducimos con la autorización del autor.
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