No a la deportación de cubanos libres

Ramón Saúl Sánchez (al centro), líder del Movimiento Democracia, durante una protesta en Miami. (14ymedio)
Ramón Saúl Sánchez (al centro), líder del Movimiento Democracia, durante una protesta en Miami. (14ymedio)
Pedro Corzo

22 de julio 2023 - 15:35

Miami/El tema que abordaré a continuación es un asunto poco tratado, si es que lo ha sido, por los denominados cubanologos del exilio, una curia muy compleja que reúne académicos y expertos en la trama cubana, además, de, exploradores y oportunistas de postín, sin olvidar a otros especímenes, parte de la congregación, que prestan servicios a los enemigos de la libertad de Cuba.

En Estados Unidos, hay un número importante de ciudadanos cubanos sobre los que pende la amenaza de deportación, por haber violado alguna legislación vigente en su lucha contra el régimen totalitario castrista, la verdadera amenaza para esta nación y para quienes defienden la libertad y los derechos ciudadanos.

Estas personas no delinquieron para su provecho personal sino para destruir al enemigo más acérrimo de la democracia y la libertad en el hemisferio. Ellos combaten al principal promotor de un modelo político que conculca todos los derechos de los ciudadanos del país que entrampe, como sucede en Nicaragua, Venezuela y Bolivia y es una amenaza cierta para muchas de nuestras repúblicas, como Honduras, Argentina, Brasil o México, sin que el resto de los países dejen de estar entre sus objetivos.

Ramón dejó a la Cuba que tanto ama, aunque apenas la conoció, cuando solo tenía 12 años de edad

La deportación a Cuba de cualquier ciudadano encierra serios peligros para su bienestar y vida, pero, cuando esa extradición es de un enemigo acérrimo del régimen, como es el caso de Ramón Saúl Sánchez y de otros compatriotas residentes en este país, podemos estar seguros de que serán sujetos a las prácticas más criminales y abusivas que los esbirros del castrismo sean capaces de desarrollar, sin que la muerte sea excluida de su amplio recetario de terror.

Ramón dejó a la Cuba que tanto ama, aunque apenas la conoció, cuando solo tenía 12 años de edad. Su vida siempre ha estado signada por el destierro con todo lo que esto implica de desarraigo y separación familiar, primando sobre toda condición, su compromiso de luchar por la libertad y la democracia para su país.

Esa obligación lo condujo a ser durante su juventud uno de los activistas más notable y comprometido en la confrontación al totalitarismo, involucrándose en la única forma de lucha que la dictadura hizo posible, derrocar al dictador por métodos violentos.

Sánchez dijo a una periodista de la agencia EFE las causas de las contrariedades que padecía de una forma tan precisa que a nadie debe quedarle dudas de su entereza y compromiso con los derechos de todos. Su verdad se reitera en Cuba a pesar de las décadas transcurridas: "Mi patria vive la terrible soledad de la opresión, el desgarramiento de las familias y la violación de su soberanía".

Sánchez, por actuar de acuerdo a sus convicciones, fue a prisión por cuatro años y medio. Se negó a testificar ante un gran jurado federal que investigaba un presunto atentado, en 1980, contra el déspota Fidel Castro en Nueva York. La conciencia cívica de Ramón lo condujo a ser un objetor de conciencia a la delación que le exigían. Simplemente actuó como tantos otros ciudadanos que se oponen a participar en un conflicto bélico por motivos de conciencia.

Cuando esa extradición es de un enemigo acérrimo del régimen podemos estar seguros de que será sujeto a las prácticas más criminales y abusivas

Ramón estuvo más tiempo en prisión que muchos delincuentes, pero esta no afectó su espíritu, al contrario, salió de la cárcel fortalecido en sus ideales y con una nueva visión de la lucha por la democracia que al principio muchos no entendían. Su perseverancia y sacrificio han sido bien recibidos entre los que no hacen concesiones a la tiranía insular.

Sánchez se ha convertido en un líder cívico notable, con una visión hemisférica de la libertad que lo distingue. Es solidario con todos los oprimidos sin importar la frontera donde haya nacido, cree fervientemente en la no violencia y, para hacer público el reclamo de sus derechos y el de los otros, ha realizado varias huelgas de hambre y vuelto a prisión.

Este objetor de conciencia corre el riesgo de ser deportado. Su activismo desde hace muchos años se muestra en la desobediencia civil y en demandas públicas a favor de quienes buscan protección en este país y en organizar flotillas de embarcaciones para protestar en las cercanías de Cuba, porque su enemigo es el totalitarismo castrista, no los Estados Unidos de América.

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