Los estrategas del régimen cubano preparan la sucesión de Díaz-Canel

Opinión

La supresión del limite de edad es la señal de que se busca un perfil similar para garantizar la continuidad

¿Por qué sería Morales Ojeda el continuador? ¿Quién es este individuo?
¿Por qué sería Morales Ojeda el continuador? ¿Quién es este individuo? / Prensa Latina
Ramón Martínez

21 de julio 2025 - 14:19

Orlando (Florida)/La nueva jugada del castrismo al eliminar el límite de edad de 60 años para acceder al cargo de presidente de la República, según prevé la Constitución aprobada en 2019, era un gesto previsible. 

Las justificaciones que han dado para aprobar esta “enmienda constitucional” son banales, porque lo que subyace en realidad es la necesidad de designar en ese cargo, para el siguiente período de 10 años, a una persona que garantice la continuidad del régimen, y que más o menos siga la línea del actual gobernante, que, aunque desastrosa en toda su extensión, ha tenido éxito en el único aspecto en que no se pueden permitir cometer errores: seguir llevando las riendas del poder. El análisis debió estar centrado entonces en que la posibilidad de encontrar a alguien con menos de 60 años para ponerlo en ese cargo no iba a ser tarea fácil. 

Miguel Díaz-Canel, quien gobierna el país desde el 19 de abril de 2018, cuando fue nombrado presidente del Consejo de Estado y, también, de Ministros, sucediendo a Raúl Castro, comenzó a fungir como presidente de la República con la entrada en vigor de la nueva Constitución el 10 de octubre de 2019. 

El presidente ejercerá sus funciones por un período de cinco años y puede ser reelegido solo una vez

Como dicta dicha Constitución, el presidente ejercerá sus funciones por un período de cinco años y puede ser reelegido solo una vez. De esta manera Díaz-Canel, quien fue reelecto por la Asamblea Nacional del Poder Popular en abril de 2023, debe dejar de ser presidente en el mismo mes de 2028.

Lo que aparenta, según se ve, es que el próximo presidente de la República de Cuba, recaerá en la figura de Roberto Morales Ojeda (Cienfuegos, 15 de junio de 1967), quien arribaría a sus 61 años en 2028, cuando a Díaz-Canel le toque irse (aunque si lo colocan en el cargo en abril, como se supone, no habría cumplido aún los 61), pero “los estrategas del régimen”, ese grupo de pensadores en las sombras que guían la nave cubana con mano firme hacia ningún puerto, no quieren cometer deslices de meses, por lo que han eliminado el requisito de los 60 años.

¿Pero por qué sería Morales Ojeda el continuador? ¿Quién es este individuo? Veamos.

Es miembro de su Comité Central desde 2006 y del Buró Político desde 2016

Graduado de médico en 1991 trabajó en el área de epidemiología por poco tiempo para dedicarse en lo sucesivo a la administración de salud (fue director municipal de salud de Rodas y Cienfuegos, respectivamente), hasta comenzar su carrera ascendente como cuadro profesional del Partido Comunista de Cuba (PCC). Es miembro de su Comité Central desde 2006 y del Buró Político desde 2016. Ha sido primer secretario del partido provincial en Cienfuegos, integrante del secretariado del Comité Central, viceministro y ministro de Salud Pública y viceprimer ministro. En 2021, fue seleccionado como secretario de organización del Comité Central del PCC.

Pero más allá de su trayectoria y sus cargos oficiales, en los últimos tiempos ha ido emergiendo como figura de exposición mediática y ha estado muy cerca del actual presidente designado, en la mayoría de las actividades donde este participa. Es como un segundón que sigue al jefe, de manera silenciosa, como para “seguir cogiendo experiencia”. Y aunque beber de una fuente seca como todo lo que emana de la mente y las acciones del actual presidente “puesto a dedo” (como reza en el argot popular), su aprendizaje estaría sirviendo para desempeñar las funciones de “apagafuegos” una vez que el designado actual pase a retiro. 

Este individuo, en sus intervenciones y discursos, no muestra, como es de esperar, ningún matiz diferenciador que lo aparte de la norma del continuismo, es una persona obediente, gris y poco carismático, como el presidente actual, por lo que sería su sustituto ideal.

A la nomenclatura le convendría más mantener en su actual cargo a Marrero

Pero los estrategas del régimen no deben querer poner todas los huevos en una canasta y jugársela solamente con Morales Ojeda. La posibilidad de designar a Manuel Marrero, actual primer ministro, y también miembro del buró político, quien tendría 65 años en 2028, puede ser también causa válida de la eliminación del límite de los 60 años. Sin embargo, a la nomenclatura le convendría más mantener en su actual cargo a Marrero, quien podría seguir siendo “elegido” de manera indefinida, ya que, aunque el período válido para ejercer esta responsabilidad es también de cinco años, como el presidente, no existe una limitación a las veces que la persona en este puesto puede repetir. 

Así, Morales y Marrero podrán seguir destruyendo al país con mano dura. Un dominó casi cantado. 

No sería factible pensar que el haber eliminado esta torpe traba burocrática constitucional de los 60 años fue pensando en un “histórico”, que conceptualmente son aquellos personajes ligados al régimen desde antes de su triunfo o desde el principio de su establecimiento en 1959. De los pocos que aún se mantienen en activo, nombres como los de Salvador Valdés (80), actual vicepresidente de la república o Esteban Lazo (81), presidente de la asamblea nacional del poder popular, ambos miembros también del buró político del PCC, serían impensables porque no tienen la más mínima capacidad de sortear las adversidades con las que tiene que lidiar el jefe de Estado en Cuba.

Uno de los requisitos para ser elegido presidente, es ser diputado

En cuanto a José Ramón Machado Ventura y Ramiro Valdés, la edad podría ser un factor disuasivo, ya que, en 2028, el primero cumpliría 98 años en octubre y el segundo, 96 en abril.

Tampoco pareciera lógico nombrar, cuando llegue 2028, a dirigentes que sean poco o nada conocidos, como pudiera ser el caso de algunos otros miembros del buró político que deben estar ahí, por cumplir una cuota y que cuando llegue el momento tendrían una edad adecuada para ejercer el cargo de presidente. 

A un nivel un poco más bajo existe una cantera exquisita de hombres y mujeres, muchas de ellas en ascenso, que son miembros del comité central, pero que no deben ser consideradas “presidenciables” aún. Además, uno de los requisitos para ser elegido presidente, es ser diputado. La variabilidad etaria de este nutrido grupo es marcada y va desde jóvenes en sus 30 y tantos hasta ancianos de más de 80. 

Y aunque en este conjunto hay algunos nombres que han tenido alguna relevancia y aparecen con más frecuencia que otros en la palestra pública, no es menos cierto que sería muy sorprendente que alguno de ellos reciba la venia de Raúl Castro, quien para 2028 tendría 97 años (3 de junio de 1931)

Ya hubo mucho Castro-castrense en el poder con Fidel (casi 50 años de mandato) y Raúl (10 años)

Tampoco sería conveniente subir a la supuesta posición cimera del Estado cubano a alguno de los militares, sobre todo a los componentes de un generalato que todavía no tienen una edad avanzada. Por ejemplo, los nombres de los generales de división de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) y miembro del comité central, Raúl Villar (60), jefe del Ejército Central, Eugenio Ravilero (60), jefe del Ejército Oriental o Ernest Feijoo, jefe del Ejército Occidental, y coincidentemente también de 60 años, son piezas claves en el mantenimiento del andamiaje del poder y que solamente tendrían 64 años cuando se designe al próximo presidente, por lo tanto, es mejor que sigan siendo muy útiles en las posiciones en que se mantienen. Les queda toda una vida por delante. 

Mucho menos pensar en Lázaro Alvarez (62), miembro del buró político, recientemente ascendido a general de cuerpo de Ejército, quien es el ministro del Interior desde 2020 y el mayor responsable de mantener el orden interior (término que en palabras reales significa tener bien engrasada la eficiente maquinaria represiva de la dictadura).

Así que ya hubo mucho Castro-castrense en el poder con Fidel (casi 50 años de mandato) y Raúl (10 años), como para seguir poniendo militares al frente, aunque a decir verdad la transmutación de lo civil a lo militar en la Cuba comunista solo está mediada por el cambio de una guayabera a un uniforme verde olivo.

De los herederos de la familia real cubana, el que más méritos ha hecho para coquetear con el poder es Alejandro Castro Espín

Por último, de los herederos de la familia real cubana (léase hijos o nietos de Fidel y Raúl), el que más méritos ha hecho para coquetear con el poder es Alejandro Castro Espín (59), aunque no cumple el requisito de ser diputado. Único hijo de Raúl Castro y Vilma Espín, y quien es general de brigada del ministerio del Interior y trabaja para la Dirección de Inteligencia y Contrainteligencia de este tenebroso ministerio. Posiblemente este sea uno de los miembros del llamado “poder en la sombra”, como se especula que existe en la Isla. 

El castrismo que se pretende eterno, sigue renovándose, dando pasos que garanticen su continuidad. Fue una estupidez estipular que un ser humano de 60 años no pueda aspirar al cargo de presidente de una República cuando se supone que a esa edad se alcance una adecuada madurez política y que física e intelectualmente el rendimiento todavía es óptimo si la persona se mantiene saludable. De ahí que los planificadores dictatoriales han rectificado a tiempo.  

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