Cajón de Sastre
¿Será New York un mar de felicidad?
Cajón de Sastre
Miami/El resultado de los recientes comicios celebrados en Nueva York me ha impulsado a escribir esta reflexión porque la elección del señor Zohran Mamdani, como alcalde de la capital del mundo, ha sido, a mi modesto entender, otra evidencia de la frustración del electorado que busca satisfacer sus demandas eligiendo a quienes nunca podrán representar sus verdaderos intereses.
El futuro alcalde ha prometido una mayor accesibilidad económica a sus ciudadanos y la ampliación de programas sociales financiados con nuevos impuestos a las personas con mayores ingresos y a las grandes empresas, propuestas que podrán estar cargadas de buenas intenciones pero que a la larga conducirán al infierno, porque repartir riquezas, solo resulta en la expansión de la miseria.
Además, leí que el regidor profetizó que “el futuro está en nuestras manos”, una consigna que me trae reminiscencia como aquella de que “el mañana pertenece al socialismo”, que solo ha traído miseria y muerte a la humanidad.
Leí que el regidor profetizó que “el futuro está en nuestras manos”, una consigna que me trae reminiscencia como aquella de que “el mañana pertenece al socialismo”
Hay más, Mamdani, como muchos musulmanes, tiene afinidad con la causa palestina y ha criticado fuertemente a Israel, lo que junto a sus propuestas permite colegir una mayor radicalización del sector más extremista de su partido.
Admito que tenía la convicción de que el pueblo estadounidense no poseía inclinación al suicidio político, que era una exclusiva virtud de europeos y latinoamericanos, pero el resultado de estos comicios demostró que no éramos los únicos privilegiados, que aquí, como en cualquier otro país, hay suficientes encantados que siguen hasta el precipicio más horrendo a cualquier flautista que interprete las notas a su gusto.
Siento una profunda admiración por Estados Unidos. Considero que este país es la última frontera de la libertad y del progreso sin barracones de cautivos, un ejemplo de los niveles a los que puede llegar la humanidad en un ambiente en el que libertades y derechos están amparados por leyes que acatan sus funcionarios.
No digo que sea un país perfecto y de seguro que podría ser mejor, lo que temo no ocurra porque hay muchos detalles que dejan avizorar la quiebra de algunos de sus fundamentos más importantes, entre otros, el fortalecimiento de males como la codicia y la negligencia, más un factor altamente corrosivo, la envidia.
El enriquecimiento a costa de los que menos tienen, genera un resentimiento que desestabiliza cualquier sociedad
La codicia, el enriquecimiento a costa de los que menos tienen, genera un resentimiento que desestabiliza cualquier sociedad y la negligencia es otro corrosivo para los valores sobre los cuales se asienta cualquier civilización.
Los imperios del pasado no fueron destruidos por invasiones extranjeras, sino por la falta de disciplina social y compromisos de sus ciudadanos. La molicie devastó a Roma mucho más que las invasiones de los bárbaros y las ambiciones de sus emperadores. El imperio soviético terminó por consunción, se agotó por sus desvaríos, una situación que se podría repetir aquí si no se rescatan los valores tradicionales que hicieron grande a esta nación.
Las dolencias referidas están siempre presentes en toda sociedad, pero al parecer están extendiéndose y enraizándose vertiginosamente en este país. Se aprecia en sus pobladores una fuerte inclinación a los extremos, entre los que no están ausentes el marxismo y fascismo en un afán por quebrar las tradiciones y formas que hicieron posible un progreso equitativo que, aunque no es ejemplar, ha sido provechoso para las mayorías.
Los extremismos políticos han situado en la desgracia a numerosos países
Los extremismos políticos han situado en la desgracia a numerosos países, experiencias de las que podemos conversar extensamente cubanos, nicaragüenses y venezolanos. Los planteamientos populistas y demagógicos tinturados con fuertes propuestas de justicia social condujeron a los obnubilados de estos países a creer que construían el paraíso en la tierra, cuando en realidad se sumergían en la barbarie y destrucción.
Opino que las ventajas de este país están en peligro si los principios de convivencia que lo han caracterizado se desvanecen y se imponen en nuestras vidas la avidez empresarial, la desidia en la administración y el rencor entre los ciudadanos avivado por ingenieros sociales que desde hace más de 150 años quieren crear un hombre nuevo.
Este país es grande por una fortaleza económica y militar lograda gracias a la laboriosidad y disciplina de sus ciudadanos, no solo por la riqueza de sus territorios ni la gestión de sus políticos. El trabajo es lo que ha hecho grande a Estados Unidos, su capacidad de darle al ciudadano la oportunidad de concretar sus sueños a través del compromiso honesto, razón por la cual creo, hasta ahora, ojalá por siempre, en el “sueño americano”.
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