Zonzos, torpes o malos

Cajón de sastre

¿Por qué esto tan tremendo? ¿Por qué esta agonía de un país alegre?

Basurero detrás de lo que fue el Teatro Musical, en Centro Habana.
Basurero detrás de lo que fue el Teatro Musical, en Centro Habana. / 14ymedio
Juan Ernesto Cambiaso

24 de julio 2025 - 13:54

Buenos Aires/A lo largo de los años, tengo 81, fui a Cuba cinco o más veces. Desde el Período Especial hasta el exterminio en curso. Sumo centenares de horas leyendo sobre Cuba, disfrutando de sus escritores, artistas visuales y de su formidable música. No encuentro razones para haberlo hecho salvo el amor a primera vista en mi visita inicial, hace añares, que aún perdura transformado en luto por un ser querido. Fue una sinrazón absoluta del más fino cristal de Bohemia. Su finura la condenaba a ser quebradiza.

Vi sus casas en estado de abandono y luego de deterioro, a continuación ruinoso y por fin derrumbadas sobre sí mismas porque las vigas y los pilares se habían pulverizado con la ayuda del viento salobre del mar.

En mi último viaje, poco antes de la pandemia, tropecé con la raíz de un árbol que había perforado la acera tendiendo una trampa para el caminante. Caí al suelo y me lastimé una rodilla. Sangraba profusamente. Por suerte no estaba solo, pues me acompañaba mi hijo. Sin saber qué hacer, paramos un taxi y el conductor amabilísimamente nos fue llevando por las farmacias de los diplomáticos y otras que consideraba privilegiadas en busca de alcohol, agua oxigenada, gasa y tela adhesiva para mantener el apósito en su lugar. No pude conseguir absolutamente nada de lo que buscaba. Un joven del hotel Ambos Mundos me dio la mejor solución posible: le echamos ron. Extrapolé mi accidente a los ciudadanos cubanos en general y me aterroricé.

Vi huir de su querida patria a los más capaces primero y a continuación a aquellos cuya capacidad iba disminuyendo según avanzaba el tiempo

Vi huir de su querida patria a los más capaces primero y a continuación a aquellos cuya capacidad iba disminuyendo según avanzaba el tiempo. Se fueron quedando en Cuba los menos preparados, sin destrezas especiales, o sin fuerza de carácter para enfrentar el camino que, a veces, cruzaba el Darién.

Las fotos y videos de hoy que se publican en las redes sociales, sumados al insistente pedido de amigos de que ni se me ocurriera visitar Cuba, salvo que estuviera decidido a no salir del hotel por lo insalubre de las calles y plazas donde se acumulaba la basura infecta que pondrían en riesgo mi salud, me decidieron a ponerle punto final a mis visitas a mi amada Habana. Sobre el suelo estaban los pedazos del cristal de Bohemia. 

Estas pérdidas quitan el sueño. Y en la oscuridad de la noche interminable, con los ojos abiertos, aparecen los porqués seguidos de un signo de interrogación. ¿Por qué esto tan tremendo? ¿Por qué esta agonía de un país alegre? ¿Los que gobiernan Cuba desde el inicio de la revolución son zonzos, torpes o malos? Porque el vaticinio de que todo iba a descomponerse y a dejar de andar fue quedando probado en forma creciente con el correr de las décadas. China y Rusia lo demostraban. Y cuanto más pensaba yo, menos encontraba la respuesta. Hasta que en un instante se hizo la luz, fiat lux, y entendí que me había negado a ver la sencilla respuesta. Los que mandan fueron y siguen siendo zonzos, torpes y malos, todo a la vez. Zonzos, porque erraron el camino inexplicablemente. Torpes, porque recorrieron el camino errado con tal torpeza que el error se transformó en catástrofe. Y malos, porque han sido y siguen siendo indiferentes al sufrimiento del pueblo al que ven descomponerse y padecer, sin que se les mueva un cabello, sabiendo por obvio lo que hay que hacer para que la gente esté mejor.

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