¿Humanismo o colaboracionismo?

Las donaciones procedentes de Bolivia incluyen 2,5 toneladas de jeringuillas desechables. (Granma)
La historia ha demostrado que muchos receptores de ayudas han usado esas riquezas en su propio beneficio, vendiéndole las donaciones a la propia población necesitada. (Granma)
Pedro Corzo

04 de noviembre 2022 - 16:31

Miami/Algunos no comprendemos cómo un número importante de personalidades defensoras de la democracia y la libertad tienden a prestarle asistencia a regímenes dictatoriales cuando estos enfrentan algún tipo de desastre, ya sea por catástrofes naturales o por la pésima gestión administrativa que conducen, aun sabiendo que esos regímenes desvían las ayudas a satisfacer sus necesidades de gobierno.

Este comentario es a propósito de la ayuda que el presidente Joe Biden, dos millones de dólares, decidió prestarle a Cuba. La dictadura insular, en un guiño sin precedentes, aceptó que la contribución se hiciera a través de la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, las mismas entidades a las que el alto Gobierno cubano no permite contactar con los prisioneros políticos.

La solidaridad con los que sufren y padecen es una decisión sumamente loable; sin embargo, la historia ha demostrado que muchos receptores de ayudas han usado esas riquezas en su propio beneficio, vendiéndole las donaciones a la propia población necesitada, o invirtiendo sus propios recursos, entonces "sobrantes", en perfeccionar la represión o en la conclusión de algún proyecto que le asegure la hegemonía.

A pesar de las dificultades económicas, Pyongyang ha logrado montar un poderoso ejército, 1.200.000 soldados en activo y más de 600.000 en las reservas, además de contar con armas nucleares

El mejor ejemplo de esta realidad es Corea del Norte, que por la pésima gestión económica de la dictadura dinástica que sufre, padece crónicas crisis alimentarias y hasta devastadoras hambrunas, como la de 1995 a 1997, al extremo que la dictadura reconoció que más de 200.000 personas habían fallecido, aunque medio de prensa internacionales afirman que los muertos alcanzaron los dos millones.

A pesar de las dificultades económicas, Pyongyang ha logrado montar un poderoso ejército, 1.200.000 soldados en activo y más de 600.000 en las reservas, además de contar con armas nucleares y misiles balísticos, sin olvidar que cuenta con submarinos capaces de lanzar misiles. Tiene uno, pero dice, a pesar de sus serios problemas económicos, estar construyendo otro.

La pregunta más apropiada es cómo es posible que un país logre tan alto desarrollo militar y no sea capaz de producir alimentos para sus ciudadanos, y es que en estas dictaduras subsidiadas y endeudas –Corea del Norte, Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia–, los limitados alimentos que ofrecen a su población son productos de la ayuda extranjera, mientras su desarrollo y producción militar es básicamente consecuencia de su gestión productiva. Ellos descubrieron la solución a la alternativa "¿cañones o mantequilla?".

Corea del Norte y Cuba son dos países receptores de grandes ayudas económicas. Miles de millones de dólares le entregó a Pyongyang y a La Habana el Kremlin durante décadas. Los coreanos desarrollaron armas nucleares, a pesar de que varios Gobiernos estadounidenses le enviaron ayuda, combustibles y otros beneficios a cambio de paralizar la construcción de reactores nucleares y producir plutonio.

Recuerdo cuando el ciclón Flora azotó a Cuba en 1963 y la dictadura dispuso que todos los bienes que estaban en la Aduana fueran confiscados y vendidos a la población

Por su parte, los castristas se gastaron el multimillonario subsidio soviético y los préstamos occidentales en la subversión del orden democrático en América y en sus guerras imperiales africanas. El hambre y las dificultades que padecen los cubanos es por el mal gobierno que tienen y no por medidas extranjeras en contra de la dictadura.

Cuba ha escamoteado para su beneficio ayudas materiales procedentes del exterior. Recuerdo que, en 1963, el devastador ciclón Flora azotó a Cuba y la dictadura dispuso que todos los bienes que estaban en la Aduana, enviados desde el extranjero a los parientes necesitados en la Isla, fueran confiscados y vendidos a la población, situación que se ha repetido en numerosas ocasiones con las donaciones internacionales, como fue el caso de la ropa de uso y los aportes mexicanos, básicamente arroz y frijoles, vendidos en las tiendas que recaudan divisas, o el extremo de la venta del aceite donado por el Programa Mundial de Alimentos, lo que condujo al Ministerio de Comercio Interior a declarar que "la decisión de vender aceite de donación fue una alternativa ante la escasez que se vive en la Isla".

El llamado de la Asamblea de la Resistencia Cubana al presidente Biden es oportuno: enviar ayuda al pueblo cubano a través de las autoridades totalitarias es nutrir la represión y aumentar la miseria. No dudo que esta opinión se preste para que los partidarios de esos regímenes de fuerza acusen de odiadores de oficio a quienes la emiten, pero la verdad ha de decirse aunque pueda ser tergiversada.

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