Las farsas electorales del castrochavismo

Fidel Castro y Hugo Chávez. (EFE)
Fidel Castro y Hugo Chávez. (EFE)
Pedro Corzo

05 de marzo 2023 - 15:36

Miami/No tengo dudas que quienes participan en elecciones en los países donde impera el castrochavismo están equivocados, sin importar la buena fe que aporten al empeño. Los opresores no permiten comicios donde no tengan la victoria asegurada. Es cierto que en 2015 perdieron la Asamblea Legislativa en Venezuela al respetar la voluntad popular, pero, cuántas veces antes y después la han burlado.

Venezuela, Bolivia y Nicaragua han recurrido al despotismo electoral como fórmula política ideal para conservar el poder, vistiéndose con la legitimidad que confiere el voto, para que sus aliados de dentro y fuera, sigan pregonando que la democracia reina en Caracas, Managua y La Paz, y para que supuestos defensores de la democracia cuenten con argumentos para seguir suministrando carros patrulleros a los represores.

Es válido hacer notar que, aunque Cuba es la casa matriz de estos despotismos, su práctica electoral es más grosera, ya que simplemente ejerce un control absoluto sobre los comicios que no deja espacios ni para soñar. Sin embargo, en la tierra de Martí, al igual que en los tres países mencionados, no han faltado personas de buena fe que han creído en las propuestas electorales de estos autócratas.

Es válido hacer notar que, aunque Cuba es la casa matriz de estos despotismos, su práctica electoral es más grosera, ya que simplemente ejerce un control absoluto sobre los comicios

En Cuba no hay campaña electoral ni farsa de candidatos opositores, como en sus metástasis, aunque según Juan José Estrada, las actividades que desarrolla Miguel Díaz Canel, el dictador designado por los Castro en la provincia de Villa Clara, es lo más parecido a la cruzada de un candidato, lo que tal vez sea un primer paso de una especie de lavado de cara del régimen en procura de un reconocimiento y respaldo internacional, que por los continuados fracasos le es más que necesario.

Por otra parte, si algunos aprecian que la dupla nicaragüense de Ortega-Murillo están coqueteando con el socialismo real castrista al aumentar sus crueldades y vesania contra la población, tal vez Don Miguel considere que, para sobrevivir entre los condotieros de los Castro, es vital aproximarse a la farsa del Socialismo del Siglo XXI, el cuento que Hugo Chávez, Lula da Silva y Fidel Castro promovieron con relativo éxito. Estos tres regímenes, aunque se inspiran en el totalitarismo cubano, han simulado respetar la división de poderes de los Estados modernos. No obstante, en su primera gestión, al igual que aconteció en Cuba en 1959, colocaron todos los órganos de justicia bajo su control para poder deslegitimar cualquier gestión contraria a sus intereses.

No debemos olvidar que el Tribunal Supremo de Justicia de Cuba, en la madrugada del 1 de enero del año en cuestión, proclamó que "la Revolución es fuente de derecho", confiriéndole al proceso que se iniciaba una licencia para la impunidad más aberrante.

Lamentablemente la mayoría ciudadana no le presta al poder judicial la importancia que merece, cuando es en realidad el balance de toda gestión pública

Lamentablemente la mayoría ciudadana no le presta al poder judicial la importancia que merece, cuando es en realidad el balance de toda gestión pública. Todos los poderes públicos son relevantes, pero el control de la Justicia y sus magistrados, le confiere al déspota la capacidad de actuar a su antojo en un supuesto marco legal, incluida la siempre disminuida autoridad electoral, que solo recordamos cuando se acercan los comicios.

En el siglo XX, cuando todavía la tecnología de la información estaba en pañales, la práctica para aparentar que el jefe de Gobierno era un demócrata respetuoso de las leyes pasaba por la compra de votos, el robo de las urnas electorales o simplemente un conteo fraudulento que favorecía el candidato que amparaba el Gobierno. En la actualidad, aunque la fórmula no ha sido erradicada por completo, se han sumado otros métodos más sofisticados que permiten encubrir con mayor eficiencia los verdaderos fines de aquellos que, a la vez que buscan el poder absoluto, intentan perpetuarse en el mismo.

Tal vez el mayor aporte de Hugo Chávez, paralelo a la entrega de los vastos recursos de Venezuela al castrochavismo, haya sido el control que dispuso sobre la autoridad electoral desde que asumió el poder –de hecho prácticamente lo secuestró– porque la mayoría de los magistrados sirvieron fielmente a sus intereses, aunque posiblemente ninguno con la vileza de Jorge Rodríguez Gómez, quien ha ocupado prácticamente todas las posiciones gubernamentales. Un verdadero siervo fiel, sin temor a equivocarnos.

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