¿Por qué las naciones son ricas o pobres?

Daron Acemoglu y James A. Robinson muestran convincentemente que los problemas económicos de una nación son causados fundamentalmente por falta de derechos políticos inclusivos.
Daron Acemoglu y James A. Robinson muestran convincentemente que los problemas económicos de una nación son causados fundamentalmente por falta de derechos políticos inclusivos. (Paperback)
José Azel

08 de septiembre 2016 - 12:55

Miami/Vivimos en un mundo desigualmente próspero. El ciudadano promedio en Estados Unidos es 10 veces más rico que sus contrapartes en América Central y 40 veces más que los residentes en los países más pobres de África. ¿A qué se debe esto?

Cuando estudié economía internacional en los años sesenta, las explicaciones ofrecidas se movían por temas de geografía, clima, fertilidad de los suelos, recursos disponibles, cultura, religión, ética del trabajo, ignorancia de principios de economía y más. Sin embargo, esas hipótesis no explican satisfactoriamente los patrones de pobreza y prosperidad en el mundo de hoy.

En su trabajo ¿Por qué fracasan las naciones?, Daron Acemoglu y James A. Robinson muestran convincentemente que los problemas económicos de una nación son causados fundamentalmente por falta de derechos políticos inclusivos. Los países son pobres porque son dirigidos por reducidas élites que organizan la sociedad para su propio beneficio a expensas de la ciudadanía.

Los países son pobres porque son dirigidos por reducidas élites que organizan la sociedad para su propio beneficio a expensas de la ciudadanía

Las instituciones políticas y económicas moldean los incentivos en la sociedad. Son las instituciones políticas las que determinan bajo qué instituciones económicas trabajan las personas. Es decir, el proceso político determina qué instituciones económicas tendrá un país. El nuevo paradigma para el éxito o fracaso de las naciones se centra en el nivel de inclusión de sus instituciones políticas y económicas.

Instituciones económicas inclusivas son las que permiten y estimulan la participación de todos en las actividades económicas. Se distinguen por asegurar los derechos de propiedad privada, el imperio de la ley y unas reglas que permiten la contratación libre y la entrada de nuevos negocios en el mercado.

Las instituciones económicas inclusivas son necesarias para la prosperidad de una nación. En países totalitarios como Corea del Norte y Cuba, las instituciones políticas son más excluyentes que inclusivas. Esta condición caracteriza, en diferentes grados, a la mayoría de los países pobres hoy.

Las instituciones políticas excluyentes concentran el poder en manos de élites con pocas restricciones para ejercer ese poder y crean instituciones económicas diseñadas para enriquecer a las élites a expensas de la sociedad. Sus herramientas incluyen la abolición o severos límites a la propiedad privada, fomento de empresas estatales, excesivas regulaciones e imposiciones fiscales, etcétera.

En cambio, las instituciones políticas inclusivas son las que distribuyen ampliamente el poder en la sociedad y son reguladas por la ciudadanía no toleran diseños económicos excluyentes que beneficien solamente a unos pocos.

La prosperidad económica emerge de instituciones inclusivas. Las instituciones excluyentes típicamente conducen al estancamiento y pobreza.

Las naciones ricas son ricas hoy en gran parte porque se ocuparon de desarrollar instituciones inclusivas en algún momento durante los últimos 300 años

Acemoglu y Robinson reconocen que, en ciertas condiciones, puede haber crecimiento bajo instituciones políticas excluyentes, como en el caso de China. Pero argumentan que es insostenible a menos que la nación cambie a instituciones inclusivas. Lamentablemente, instituciones políticas y económicas excluyentes conforman un sólido circuito cerrado de apoyo mutuo y tienden a persistir en un círculo vicioso.

Las naciones ricas son ricas hoy en gran parte porque se ocuparon de desarrollar instituciones inclusivas en algún momento durante los últimos 300 años. Eso contradice las teorías en boga en los años sesenta y refuta el enfoque prevaleciente en la política exterior de EE UU, que considera que el crecimiento económico, aun bajo regímenes autoritarios, conducirá a la democracia o instituciones políticas inclusivas.

Hoy sabemos que el crecimiento económico sin el fortalecimiento político tiende a instaurar élites políticas represivas. Sin cambios en las instituciones políticas hay pocas posibilidades de que el crecimiento económico sea inclusivo o que conduzca a políticas inclusivas.

La política exterior de EE UU debe fomentar sistemas políticos abiertos que respondan a las aspiraciones de la sociedad. La ruta hacia la prosperidad no es el apoyo a tiranías, sino la articulación política de la ciudadanía.

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Nota de la Redacción: José Azel es investigador senior en el Instituto de Estudios Cubanos y Cubanoamericanos de la Universidad de Miami y autor del libro Mañana in Cuba.

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