El año de Yoani
Aunque fue en abril de 2007 cuando Yoani Sánchez inició su blog Generación Y, el momento en que su nombre pasó del anonimato a la popularidad fue el año 2008. Quizás todo comenzó un poco antes, cuando en octubre de 2007 el corresponsal de la agencia Reuters lanzó un despacho que luego se publicó en varios periódicos del mundo. Eso llamó la atención de The Wall Street Journal, que el 22 de diciembre dedicó una página completa con un llamado en primera plana sobre esta insignificante ciudadana. Le siguió el periódico español El País el 3 de enero de este año con una de esas entrevistas colocadas en la contraportada titulada con una frase de la entrevistada: “La vida no está en otra parte, está en otra Cuba.”
Durante los días 23 y 24 de febrero, cuando se realizaba en Cuba el proceso para elegir al nuevo Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, La Habana se llenó de reporteros de los más importantes medios de prensa del mundo. Como si se tratara de una meca caribeña, la mayoría de ellos peregrinó hasta el piso 14 del edificio donde vive la bloggera. Literalmente, hubo que hacer cola para entrevistarla. The New York Times, The Zeit, Newsweek, Washington Post, Reporteros sin Fronteras, la televisión alemana, la española, Aljazira y muchos otros quisieron hacerle saber a sus diferentes públicos en qué consistía este nuevo fenómeno.
En el mes de marzo, el portal desdecuba.com, donde se aloja junto a otros el blog Generación Y , fue bloqueado por las autoridades cubanas y desde entonces no es posible acceder a él desde Cuba. Gracias a muy buenos amigos que viven fuera de la isla, es posible actualizar la bitácora y en la actualidad, gracias a otros amigos, es posible leerla en 12 lenguas.
En abril, Yoani supo que había ganado el premio Ortega y Gasset de Periodismo Digital y en mayo la revista Time la ubicó entre las 100 personas más influyentes del mundo en la categoría “héroes y pioneros”. El gobierno cubano le negó entonces el permiso para salir del país a recoger en España el premio que había recibido. En la ceremonia, la cubana brilló por su ausencia y otro cubano, también blogger, Ernesto Hernández Bustos, recogió en su nombre el diploma. La solidaridad que despertó la prohibición fue tan gratificante como el viaje frustrado.
Un mes después, vio la luz un libro sobre Bolivia. El prologuista era Fidel Castro y, sin mencionar directamente su nombre, hizo alusión a esta joven que recibía “uno de los tantos premios que propicia el imperialismo para mover las aguas de su molino”. Yoani decidió no contestarle, entre otras cosas porque desde que empezó su trabajo eligió la política de no responder ataques. Entonces, me pidió que fuera yo quien ripostara. Hubo quienes no entendieron su broma de invocar el principio machista de que “cuando un hombre ofende a una mujer debe ser el marido quien saque la cara”; son personas que quizás debieran pasar por el Centro Nacional del Humor a recibir una terapia o simplemente a que les expliquen el chiste.
A finales de agosto, Gorki Águila, líder de una banda de rock, fue detenido por la policía. Sobre él pesaba una acusación que podía costarle cuatro años de cárcel. Yoani, junto a otros amigos fue a la llamada Tribuna Antiimperialista José Martí -donde el famoso cantautor Pablo Milanés daba un mega concierto- para pedir, pancarta en mano, la libertad del rockero. El pequeño grupo fue disuelto a golpes, pero al otro día, frente al tribunal donde se celebraba el juicio, todos estuvieron presentes y coreando el nombre de Gorki cuando lo vieron salir libre, apenas con una multa.
El 4 de septiembre Yoani cumplió 33 años, pero el regalo no le llegaría hasta veinte días más tarde cuando, por segunda vez, el gobierno le negara el permiso para salir de la isla, esta vez a cumplir una invitación a un festival de periodismo en Ferrara, Italia.
En noviembre, Yoani ganó el premio del jurado en el concurso español Bitácoras.com y apenas una semana después conoció que en el concurso The BOBs, que incluye a más de 12 mil participantes de todo el mundo, había recibido también el premio en la categoría Mejor Weblog.
A principios de diciembre, un grupo de bloger junto a los colectivos de la revista Convivencia y del portal Desde Cuba organizaron un encuentro para intercambiar conocimientos. La policía política, conociendo que Yoani ha trabajado como nadie en el propósito de extender la blogósfera cubana, la citó para decirle que la actividad no podría realizarse. Cuando se negaron a confirmarlo por escrito, ella les dijo que no se atrevían a hacerlo porque eran unos cobardes.
La revista semanal del periódico El País publicó en su edición del 30 de noviembre la selección que hizo ese diario de los 100 hispanoamericanos más notables del año; la revista Foreign Policy eligió en diciembre los 10 intelectuales más importantes del año y otro tanto hizo la prestigiosa revista mexicana Gato Pardo. Yoani Sánchez aparece en todas esas enumeraciones y es la única persona que se repite en más de una lista.
Todos estos sucesos sólo han servido para llamar más aún la atención sobre el blog Generación Y, que mensualmente promedia una decena de millones de hits y cuyos post reciben cada uno entre 3 y 7 mil comentarios. De hecho, esto ha convertido este espacio en una auténtica plaza pública virtual donde miles de personas acuden a debatir los textos que Yoani escribe y los comentarios que colocan los visitantes.
Hay una regla no escrita que postula que la popularidad atrae enemigos. A lo largo de estos meses las hostilidades han venido desde dos extremos: el primero y el más lógico, aquellos fundamentalistas que no aceptan ni la más mínima crítica al gobierno. Ellos la llaman asalariada del imperio, agente de la CIA o, en los casos más benignos, una persona confundida que no sabe lo malo que anda el mundo por allá afuera; el segundo extremo son los otros fundamentalistas, aquellos que creen que todo aquel que puede poner sus dedos sobre el teclado de una computadora tiene que ser necesariamente un agente de la Seguridad del Estado. Entre ellos se encuentran algunos que obtuvieron un asilo argumentando una persecución que nunca sufrieron y que ahora dicen no entender cómo es posible que la bloggera no esté en la cárcel ni abandona la isla. Hay muchos que no aceptan que a ella le den premios y reconocimientos en lugar de dárselos a otros periodistas independientes que han sufrido golpizas o que cumplen largas condenas. Puedo asegurar que ninguno de los galardones recibidos, incluyendo la mención del referido prologuista, ha sido gestionado por Yoani.
Por suerte sobran los amigos. A diferencia de quienes la denigran, ellos sí muestran la cara y dicen sus nombres. Son muchos –y de eso soy testigo privilegiado– que la paran en la calle para decirle que la leen y la apoyan. Entre ellos pueden encontrarse algunas figuras públicas, cubanos que viven en el exterior, gente de aquí adentro que la conoce a través de las antenas parabólicas o de discos que circulan gratuitamente, jóvenes y viejos, hombres y mujeres que no saben que esta mujer es una de las personas más tímidas del mundo, al extremo que entre sus íntimos se ha dicho siempre que posee el don de la invisibilidad, por lo mucho que evade ser el centro de atención de los demás.
Disfruto el infinito placer de compartir mi vida con Yoani. Somos una pareja desde julio de 1993, cuando ella todavía no había matriculado en el Instituto Pedagógico ni soñaba con cambiarse de escuela para terminar siendo filóloga. Tenemos un hijo de 13 años, una pecera con goldfish y una perra sin raza. Tengo derecho a decir que nadie la conoce como yo. Sus peores defectos personales constituyen un secreto para sus más encarnizados enemigos y sus mejores virtudes aun no han sido descubiertas por sus más fervientes admiradores. A causa de que mi profesión es la de periodista, no ha faltado quien diga que realmente soy yo quien escribe sus textos. Basta con dar una vuelta por mi blog (¡que casi nadie visita!) para comprobar la diferencia en los estilos. Eso sí, no renuncio a la parte de mérito que me corresponde, porque si yo, con mi emblemático delantal de florecitas, no fregara los platos, limpiara la casa y le echara agua a las plantas de la terraza, Yoani no tendría tiempo para su blog. Ella es tan generosa que me permite leer sus trabajos antes de publicarlos para que yo me haga la ilusión de que los reviso.
Sin dudas 2008 ha sido el año de Yoani. Lo que no sabe nadie es que su número de la suerte es el 9.