¿Continuidad o desmontaje?

Reinaldo Escobar

21 de enero 2013 - 15:32

Otra vez el señor José ramón Machado Ventura se refirió al asunto de la velocidad de “las transformaciones” que impulsa Raúl Castro, al advertir que estos procesos son tergiversados desde el exterior por voces asalariadas que exigen un avance más rápido creyendo ingenuamente que ellas van a conducir al capitalismo.

En esta ocasión el primer vicepresidente cubano tuvo la audacia de añadir que los cubanos gozan de libertad de expresión pues “el pueblo emite constantemente sus criterios y opiniones sin ningún tipo de coacción". Según la versión publicada por el diario Granma “el cubano habla en la calle, en la cuadra, en las reuniones de los CDR y de la FMC; y si es estudiante se expresa libremente en los intercambios sistemáticos en las organizaciones estudiantiles, y todos son escuchados”

El segundo Secretario del PCC olvidó el detalle de que la libertad de expresión de una nación no se mide por los ejemplos que el mencionó sino por el acceso que tienen las personas a los medios de difusión. Por otra parte, afirmar que no existe ningún tipo de coacción por emitir criterios y opiniones, es negar la existencia de los mítines de repudio, de los llamados de atención que hace la Seguridad del Estado a quienes en la cuadra o en su centro de trabajo se atreven a sobrepasar los límites de lo que se puede criticar en voz alta.

Es cierto que cada vez hay menos miedo, pero eso no es un mérito de los verdugos sino de las víctimas. Decir que la gente se expresa libremente es como afirmar que las personas que toman leche en el desayuno triplica el número de quienes la reciben por el racionamiento, o que en Cuba nadie anda descalzo o que el volumen de clientes de la telefonía celular compite ya con los de los teléfonos fijos, datos que pueden ser ciertos pero que no son el resultado de un logro del sistema sino una victoria de los ciudadanos que encuentran un camino alternativo para buscarse el sustento y mejorar su nivel de vida.

Las llamadas medidas de perfeccionamiento o actualización quizás no sean pasos hacia el capitalismo pero sí se alejan sustancialmente de aquello que una vez nos describieron como Socialismo. En la proporción que dejan de parecerse a aquella engañosa utopía igualitarista la gente se siente mejor. Los viejos dirigentes podrán disfrazar de continuidad lo que a todas luces es un desmontaje, pero la vida dirá la última palabra. Quizás para entonces “ellos” no estén entre nosotros, o ya no ocupen sus actuales cargos y entonces la culpa del derrumbe definitivo caerá sobre los nuevos lobos de su propia camada, que hoy les aplaude y mañana los descuartizarán sin compasión

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