Una cumbre fracasada
Todas las veces que alguien me preguntó que si la República de Cuba debía asistir o no a la Cumbre de las Américas respondí afirmativamente. Conozco todos los argumentos para estar en contra, pero me inclinaba a esta posición porque me parecía y aun me parece, que el gobierno de Cuba debía estar allí para responder ante el resto de sus vecinos algunas preguntas que quedan ahora en suspenso.
El tiempo que se perdió en discutir en Cartagena sobre la ausencia de Cuba en esa cumbre debió servir para que los representantes de nuestro país explicaran allí la razón por la cual aun no han ratificado los Pactos Internacionales sobre Derechos Humanos y por que no ha cumplido sus compromisos con la democracia contraídos en otras cumbres Iberoamericanas.
Yo también quisiera que en la próxima estemos allí representados. Si no fuera posible que estén los legítimamente elegidos por el pueblo, que al menos asistan los elegidos del partido único. Que pongan la cara y que respondan.