De dudosa procedencia
En medio de la calle San Lázaro errante me encontré un carretillero. Era justamente lo que necesitábamos un amigo y yo para trasladar dos sacos de arena a la casa de un pariente. Su vehículo de tracción humana era un híbrido de chivichana y carretilla, hecho con grandes rodamientos, conocidos como cajas de bola, pero en lugar de cuatro, solo llevaba dos en la parte delantera; el piso era una estructura de cabillas cubierta con una malla del tipo que usan los gallineros.
Después de ponernos de acuerdo sobre el precio anduvimos las siete cuadras que nos separaban del sitio donde nos vendieron el material de construcción. En el camino me percaté de que su carromato no venía vacío sino que cargaba dos objetos de difícil definición.
- ¿Y que llevas allí ?
- Aluminio, para venderlo como materia prima
-Pero ¿qué son esas cosas de aluminio?
- Ahora son chatarra, pero fueron contadores de gas
-¡Ah, ya sé! Seguramente eso forma parte del plan de sustituir los viejos contadores por otros nuevos, más eficientes… ¿Y cómo conseguiste estos contadores viejos?
-Estos no son los viejos, son los nuevos. ¿No ves que son de aluminio?. Lo que pasa es que yo les caigo a mandarriazos para inutilizarlos y así me los aceptan como materia prima.
De momento me quedé sin preguntas, más bien sin palabras. Finalmente pusimos los dos sacos de arena sobre el vehículo y desandamos las siete cuadras hasta la casa del pariente de mi amigo. Antes de despedirme le pregunté:
-¿Y qué pasa si la policía te agarra con esos contadores machacados?
-No sé. Nunca me han atrapado. Seguramente me dicen algo así como que transporto objetos de dudosa procedencia. Pero ¿eso qué tiene que ver? Tu arena es de dudosa procedencia y yo mismo que no tengo una dirección oficial aquí en La Habana también soy de dudosa procedencia. Ven acá chico, ¿tú me puedes decir qué cosa aquí en este país no tiene una procedencia dudosa?