El problema, mi problema
Los recursos, el talento y el tiempo con que contamos en la vida siempre son limitados. Por eso tenemos que ser cautelosos a la hora de elegir en qué los empleamos.
Muchos de los problemas que tenemos los cubanos podrían corregirse si se arregla alguno mayor, de carácter general, que en muchos casos es compartido por muchas personas, a eso le llamaríamos: tratar de solucionar el problema. Otra forma de enfrentar el asunto es atacar solamente las consecuencias que nos afectan individualmente, dejando intactas las causas que lo originan. Eso sería ocuparme de mi problema.
El aspecto más infuncional que tiene nuestra sociedad es que no existen muchas posibilidades de que personas individuales encuentren un camino sin peligros donde encauzar sus recursos, su tiempo y su talento -probablemente de común acuerdo con otros- para tratar de solucionar el problema. Entonces cada cual hace lo suyo, incurrir en una pequeña ilegalidad de bajo riesgo para salir a flote, ya sea sobornar a un funcionario, “desviar” algún recurso estatal, falsificar un documento, hacer algo “por la izquierda”, comprar en el mercado negro lo que se nos roba del insuficiente bien común, adulterar un producto, evadir un impuesto y muchas cosas más, pero eso sí, siempre en la sombra, sin protestar nunca ni hacer nada para solucionar el problema y mejor aún, aplaudiendo a (y colaborando con) los culpables de todo aquello que también es mi problema.