Cuatro Puntos Cardinales
La Habana/Son difíciles de contar, por no decir incontables, los proyectos realizados con el propósito de hallar soluciones alternativas a los problemas de Cuba. Cuando digo "alternativas" me refiero obviamente a una amplia producción de programas, documentos, declaraciones que no han salido de las instituciones gubernamentales, sino de esa desunida amalgama de partidos opositores y entidades de la sociedad civil, tanto dentro como fuera de la Isla.
Muchas de esas plataformas han pretendido fomentar la imprescindible unidad; pocas lo han logrado. Una de las razones por las que se ha malogrado el propósito unitario es la inclusión de algún que otro punto en el que ha habido desacuerdos. Otra razón es el efecto de lo que pudiera denominarse como "el caudillismo al revés", que consiste en la negación de apoyatura de parte de líderes opositores a determinado programa por la presencia entre los firmantes de otros con quienes se tiene diferencias.
En un esfuerzo por encontrar los mínimos consensuables, y sin que ninguna organización específica haya pretendido abrir un paraguas de protagonismo, han surgido cuatro puntos cardinales en los que, hasta la fecha, la mayoría parece estar de acuerdo. Lo mejor de todo es que estos no aspiran a ser los cuatro puntos cardinales, sino cuatro puntos ahí, carentes del artículo determinado. Cuyo mérito principal no es el que todos estén de acuerdo con ellos, sino que no aparece nadie que esté en contra.
Si se hubiera cometido el incalificable error de decir que estos eran los únicos puntos importantes y que no cabía más ninguno, pudiéramos estar seguros de que tendrían más detractores que defensores, especialmente por la infinita capacidad que tenemos de agregarle nuevos acápites a la lista de lo que hace falta hacer, de lo que hay que exigirle al gobierno o de aquello que motiva la inconformidad ciudadana.
Esa es la razón por la cual no aparecen listadas otras justas demandas que gozan de una indiscutible simpatía, pero no de un amplio consenso. Se pudieran mencionar, por ejemplo, la prohibición del aborto, la aceptación del matrimonio entre parejas del mismo sexo, la eliminación del servicio militar, la devolución de propiedades confiscadas, la apertura de procesos judiciales contra los violadores de derechos humanos, con la consiguiente investigación de crímenes cometidos, la celebración inmediata de elecciones libres, la disolución del Parlamento, la anulación del Partido Comunista o la rebaja de los impuestos.
Subsisten miles de demandas más que, como hongos tras la lluvia, surgirán en el momento en que se despenalice la discrepancia política y Cuba sea, felizmente, un país difícil de gobernar.
La ausencia de particularidades no le hace perder efectividad a estos cuatro puntos que, lejos de intentar una neutralidad para facilitar su asimilación, constituyen un claro compromiso con la democracia y los derechos humanos, prueba de ello es el entusiasmo que han despertado en nuestra sociedad civil y la previsible aversión que han de causar a los que mandan.
Aunque ya se han divulgado, aquí los reproduzco:
- Liberación incondicional de todos los presos por motivos políticos, incluyendo aquellos que están bajo licencia extrapenal.
- Fin de la represión política, muchas veces violenta, contra el pacífico movimiento de derechos humanos y pro-democracia.
- Respeto a los compromisos internacionales ya suscritos por el gobierno de Cuba, ratificación –sin reservas– de los Pactos Internacionales de Derechos Humanos y cumplimiento de los Convenios de la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre derechos laborales y sindicales.
- Reconocimiento de la legitimidad de la sociedad civil cubana independiente.