Pupilas dilatadas
Todos hemos tenido alguna vez la experiencia de comprobar el cambio de nuestra percepción visual después que se dilatan las pupilas. En una sala a oscuras donde ni nos vemos las manos al momento de entrar, vamos poco a poco distinguiendo el entorno cuando los ojos se acomodan a la ausencia de luz.
Así estamos en Cuba en relación con esos pequeños destellos de libertad que se desprenden de algunas medidas tomadas por nuestros gobernantes. La más reciente ha sido permitir que veamos el canal venezolano TELESUR. Así lo refleja el colega Michel Suárez en Diario de Cuba, cuando habla de este nuevo resquicio en la oscuridad. En los comentarios no faltan quienes, tras ingerir grandes dosis de la Coca Cola del olvido, parecen no comprender la felicidad que proporciona una gota de agua al sediento, la foto de un paisaje campestre al encerrado en una celda, una velocidad de 56 kbps en una conexión a Internet en un hotel de La Habana...
Tanto tiempo en las tinieblas nos ha agudizado la visión y será esa agudeza la que nos va a permitir encontrar una salida, y no hablo de un escape sino de una solución incruenta y civilizada.
Nuestros gobernantes o esos "sátrapas que usurpan el poder" como prefiere decir mi amigo Ramón González, estarán ahora en Chile exibiéndose como demócratas, quién sabe si prometen allí ratificar los Pactos de Derechos Humanos que con tanta vehemencia reclama hoy la sociedad civil cubana, quién sabe si en febrero, cuando Raúl Castro tome posesión de su segundo mandato, anuncie la profundización de sus "reformas" y ya cualquiera podrá comprar un auto nuevo en una agencia y a los cuentapropistas se les permita importar insumos y se prolongue el tiempo de tenencia de la tierra para los actuales usufructuarios o cualquier otro detalle sin importancia aparente.
Aquí estaremos, no con los ojos vendados, sino con las pupilas dilatadas, detectando los agujeros.