La vieja ceiba indigna
En el centro del Parque de la Fraternidad hay un árbol rodeado por una reja. Es una ceiba y fue sembrada allí 10 años después de haber germinado. Presidentes de toda América trajeron en su equipaje un poco de la tierra más fértil que encontraron en sus respectivos países para acoger esta postura que desde 1928 lleva el nombre de Árbol de la Fraternidad Americana.
Sobre la puerta de hierro que da acceso al recinto aparecen a relieve los nombres de todos los dignatarios que participaron en la ceremonia inaugural, con excepción del de Cuba, Gerardo Machado, que la furia, la justificada furia popular, arrancó a punta de cincel tras la caída de su breve dictadura, la primera de nuestra historia republicana.Nadie ha celebrado el 80 aniversario de aquel evento. No lo ha celebrado el gobierno porque como otros símbolos de la etapa prerrevolucionaria, éste también es aborrecido, no lo han celebrado las instituciones de la sociedad civil porque éstas también son aborrecidas por el gobierno y no pueden celebrar nada.
La vieja ceiba indigna crece ajena al repudio y la indiferencia. Tras la reja, coronada con los escudos oficiales de todas las repúblicas del continente, los empleados municipales que limpian el parque guardan allí sus respetables implementos de trabajo.