Al volver de distante ribera…
Las impresiones de los últimos días no caben en la brevedad de un post, pero es mi culpa por no haber actualizado mi blog estando fuera de Cuba. Ante todo, los amigos. Abrazar a Iván Cañas, Pablo Fernández, Celso Rodríguez, excolegas de la revista Cuba Internacional (ya antes había visto a Raúl Rivero, Minerva Salado y Manuel Pereira); reencontrarme con José Antonio García, Adolfo Fernández, José Antonio Évora, Alcibíades Hidalgo; conocer personalmente a decenas de compatriotas del exilio con quienes sólo había tenido contacto telefónico, viejas y jóvenes generaciones de cubanos ansiosos todos por hacer algo por su país, “¿Cómo podemos ayudar?” preguntaban en cada rincón que visitamos… “¿Cómo está aquello?” Y uno asumiendo el enorme compromiso de levantar ánimos o rebajar expectativas y finalmente volver a la isla para verla con la renovada óptica que proporciona el entrecruce de opiniones con diferentes tendencias.
Al volver de distante ribera a uno se le llena el alma de luto y sombras: aumenta la represión, se detiene y revierte el proceso de reformas; el miedo acallando protestas, la simulación esculpiendo máscaras, la corrupción haciendo metástasis, la ciudades derrumbándose mientras otros siguen cantando su eterna adulación a los poderosos, los medios informativos ocultando la realidad y la realidad asfixiando a los ciudadanos, enfrentándolos al dilema de emigrar, fingir o desafiar. Cuba va mal y el tiempo amenaza con hacer irreversibles los daños provocados. Me abruma la responsabilidad de no estar haciendo lo suficiente.