Obamamanía

En el centro, con gorra blanca y teléfono, el joven que fue confundido con Barack Obama
En el centro, con gorra blanca y teléfono, el joven que fue confundido con Barack Obama
14ymedio

22 de marzo 2016 - 09:53

La Habana/Una multitud de habaneros que nadie había convocado formó dos hileras en la calle Prado para saludar al presidente Barack Obama. No fue posible precisar quién dio origen al rumor de que el ilustre visitante pasaría en la tarde del lunes frente al recién remozado teatro Alicia Alonso, donde tiene el martes una cita con invitados de la sociedad civil autorizada por el Gobierno.

Jóvenes y viejos, hombres y mujeres, obreros, turistas, en fin, todo el que por una razón u otra pasó cerca del Parque Central o del Capitolio alrededor de las cuatro de la tarde se sumó a este entusiasmo originado por el vivo deseo de la gente de ver en persona y saludar al mandatario estadounidense.

Unos policías intentaban persuadir a los allí aglomerados de que no se lanzaran sobre la calle porque los vehículos continuaban circulando con toda normalidad. Uno de ellos dio este argumento: "¿Ustedes creen que si Obama fuera a pasar por aquí estaríamos estos pocos policías cuidándolo?". A lo que una señora con aspecto de maestra de escuela le respondió: "¿Y usted no cree que toda esta gente está aquí porque saben que sí va a pasar, o al menos porque quieren que pase?".

Pasadas las cinco de la tarde un joven señalando a un estudiante con uniforme de preuniversitario con cierto parecido al visitante gritó: "¡Aquí está Obama!", y de pronto las filas se desarmaron; sobre el estudiante cayeron los periodistas y todo el que andaba con una cámara o un teléfono se quedó con el rostro del involuntario impostor en su memoria. Casi todos sabían que era una broma, pero tomaron con alegría la tomadura de pelo y hubo un alboroto memorable.

A partir de ahí empezaron a llegar los segurosos; entre ellos, un represor de malas pulgas conocido como Volodia, que se destaca por su corpulencia y por los malos tratos que ha tenido con opositores. Pero nadie le hacía mucho caso. Saludar a Obama estaba permitido. No había miedo. Si llega a pasar a esa hora por ese pedazo del Prado, creo que hubieran terminado por sacarlo de "La Bestia", cargarlo en andas y pasearlo entre vítores por el Parque Central.

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