El viejo Alfredo, el opositor que nunca se rindió

Alfredo Guilleuma Rodríguez, el viejo Alfredo, mostrando las heridas de un acto represivo. (Facebook)
Alfredo Guilleuma Rodríguez, el viejo Alfredo, mostrando las heridas de un acto represivo. (Facebook)
Reinaldo Escobar

12 de julio 2022 - 18:19

La Habana/La última vez que me encontré con el viejo Alfredo, hace más de dos años, me dio la impresión de que su fragilidad física estaba llegando al límite, pero en sus ojos vi esa determinación de resistencia que lo mantenía vivo. Cuando le pregunté cómo se sentía se limitó a decirme que ya se le estaban pasando los dolores de la última vez que fue golpeado por la Seguridad del Estado. "Usted debe cuidarse, le advertí" y sonriendo me ripostó: "Que se cuiden ellos".

Así era Alfredo Guilleuma Rodríguez, conocido entre todos los opositores cubanos como "el viejo Alfredo". Su fallecimiento, este 11 de julio, a los 92 años, ha conmocionado a todo aquel que compartió con él sus deseos de festejar algún día el final de la dictadura.

Berta Soler, líder de las Damas de Blanco, lo evoca como un hombre muy valiente, un guerrero y un gran amigo. "Donde quiera que hubiera un opositor cubano con dificultades, allí estaba el viejo Alfredo. Lo recuerdo asistiendo todos los domingos a la iglesia de Santa Rita, caminando junto a nosotras contra el régimen por la 5ª Avenida o por la calle 3ª, también en el parque Villalón los 10 de diciembre. Nunca lo olvidaremos. Deseo que Dios lo acoja y que tenga un descanso eterno".

Como muchos otros, le entregó su confianza a la prometedora revolución triunfante, y como muchos otros, se decepcionó del proceso

Sus anécdotas forman parte de la historia de resistencia de los luchadores por los derechos humanos. El hombre que en una protesta detuvo el tráfico durante más de media hora en la avenida Rancho Boyeros; ese que en una de sus detenciones fue llevado al Zoológico de la calle 26 y amenazado con ser lanzado al foso de los leones; el mismo que cuando la policía política lo abandonó en las afueras de la ciudad tomó un taxi que había que pagar en pesos convertibles, regresó en él hasta la sede de la Sección 21 que se ocupa de los opositores y le dijo a los oficiales allí presentes: "Ustedes me dejaron botado, ahora pagan el taxi". Y lo pagaron.

Cuando todavía nadie le decía viejo, Alfredo Guilleuma participó en la lucha clandestina contra la dictadura de Fulgencio Batista. Como muchos otros, le entregó su confianza a la prometedora revolución triunfante, y como muchos otros, se decepcionó del proceso.

En una ocasión que participaba de un debate en los encuentros de Estado de Sats dijo algo que no me atrevo a citar textualmente, pero que expresaba esta idea: "Yo no fui enemigo de Batista ni lo soy de Fidel, siempre he sido enemigo de las dictaduras".

Lo extrañaremos, claro que lo vamos a extrañar.

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