Talento hay, lo que falta es oficio

El equipo cubano tras su victoria en la Serie del Caribe (Twitter)
El equipo cubano tras su victoria en la Serie del Caribe. (Twitter)
Juan Carlos Fernández

10 de febrero 2015 - 06:10

Pinar del Río/Ganó, ganó... ganamos. Ganó el que tenía que ganar... Expresiones como esta son constantes por toda la ciudad de Pinar del Río por la victoria de Vegueros en la recién finalizada Serie del Caribe de Béisbol celebrada en Puerto Rico y que reunió en un corto torneo a equipos que ganaron sus respectivas ligas en México, Puerto Rico, República Dominicana, Venezuela y Cuba, a la postre campeón.

Sin embargo, a la par que se celebra el triunfo, surgen cuestiones que no se deben pasar por alto. Tanto en una pequeña peña popular o cuando hablan los especialistas ante los medios de comunicación, se repiten estas observaciones críticas sobre el estado actual de nuestro béisbol.

La mayoría de estas críticas parten del hecho de que nuestro béisbol posee calidad y eso está avalado por la propia historia de este deporte en nuestro país. Pero resulta también que la pelota en Cuba se ha estancado. Es cierto que nuestros peloteros poseen un talento innato, como los brasileños para el fútbol, pero muestran carencias técnicas elementales y en muchos casos poco oficio.

Nuestra Serie Nacional es obsoleta y desfasada en cuanto a calendarios y cantidad de equipos se refiere. Viene a tener el gigantismo y la excentricidad de un elefante blanco, debido en gran parte a sus elevados costes en todos los aspectos y sus bajos o inexistentes ganancias. Situaciones que, unidas a la deficiente atención a los jugadores y los bajos ingresos que estos perciben por jugar, desangran este deporte con las constantes fugas de talentos que buscan nuevos horizontes.

Nuestros peloteros poseen un talento innato, como los brasileños para el fútbol, pero muestran carencias técnicas elementales y en muchos casos poco oficio

Visto algunos de los problemas que aquejan hoy nuestro pasatiempo nacional, muchos se preguntan cuándo llegará la hora en que las autoridades deportivas dejen de estar subordinadas a las políticas y puedan proponer iniciativas. Entre ellas una demanda creciente de la fanaticada beisbolera que es la de dar un giro de 360 grados a nuestra serie de béisbol.

Las propuestas podrán sonar radicales para algunos, pero en el estado de deterioro en que se encuentra el béisbol cubano no parecen ser tan descabelladas, sino más bien en sintonía con el mundo que nos rodea y ante el cual las autoridades de nuestro país parecen empeñadas en hacer la vista gorda.

La serie de béisbol de la Isla debe profesionalizarse, y ya lo está en cierto modo pero lo que falta es la libre contratación de jugadores por parte de los equipos. Para que este sueño se haga realidad, nuestra pelota debe ser autónoma y eliminar el gigantismo que desde hace décadas padecemos; son demasiados equipos. A lo sumo, ocho clubes bastarían para concentrar la calidad necesaria. Se necesita también crear una segunda división con equipos sucursales de los que juegan en primera división. Esta sería la llamada cantera formadora de talentos.

La formación de clubes, en aras de un bonito espectáculo, debe primar por encima de la llamada representatividad territorial, que tan aburrida resulta para la afición. Por ejemplo, nadie duda del amor por la camiseta nacional de David Big Papi Ortiz, como tampoco de su entrega al club de béisbol Boston Red Sox: no existe contradicción alguna. Así debería ser también con nuestros peloteros.

Por otro lado, nuestra serie debe abrirse a la contratación de jugadores extranjeros que muestren el deseo de jugar en nuestro torneo y viceversa. Los cubanos, por su parte, tendrían que poder jugar donde mejor les parezca. Eso elevaría su calidad y les daría mayor experiencia en el béisbol que se está jugando en el mundo.

Un nuevo marco legal para el deporte en Cuba que incluya la propiedad de los equipos, el marketing, las negociaciones laborales con los deportistas

Una demanda muy importante es la de separar para siempre el deporte de la política partidista, lo que implica la creación de un nuevo marco legal para el deporte en Cuba que incluya la propiedad de los equipos, el marketing, las negociaciones laborales con los deportistas y hasta los contratos televisivos.

Por supuesto, todas estas propuestas tienen detractores que van desde los que dicen que no se debe cambiar nada en la Serie cubana, como los que proponen pequeños cambios, que para algunos son cosméticos y no resolverían el problema.

Por mi parte, soy del criterio que nuestro país vive un capítulo de su historia sumamente interesante y todas estas propuestas deben tenerse en cuenta, y cuando sea posible, aplicarlas de manera gradual. Así mismo considero que el béisbol, como nuestra sociedad, necesita cambios profundos y en gran medida radicales si queremos estar a la par del mundo.

Por último y no por eso menos importante, están los animadores de este espectáculo: los jugadores. Ellos son en definitiva el principal recurso con que cuenta cualquier deporte. Nuestra serie de béisbol debe en mayor o menor medida, satisfacer los sueños y anhelos de esos profesionales que son los peloteros y que cada año están lejos de sus hogares para regalarnos lo mejor que saben hacer en sus vidas.

Como sociedad tenemos el deber de hacerlos sentirse realizados de jugar en su propia liga y, cuando a muchos de ellos le quede pequeña, dejarles las alas libres para que rieguen por el mundo su talento, aprendido en su barrio, en su academia, en su club nacional que lo captó desde la niñez. Eso contribuye al engrandecimiento de la Patria y del deporte cubano. Cortarles las alas, obligándoles a irse, tildándolos de desertores, como si de soldados de un ejército se tratara, es cruel, inhumano y degradante para el deportista.

Con estas transformaciones, el talento de nuestros peloteros se complementará con el necesario oficio y, para la afición, el espectáculo será de mayor calidad.

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