Convivencia
En este medio donde abunda la desavenencia, los estira y encoge, la competencia de llegar primero, y otras tantas poses que generan división, enfrentamiento y suspicacia, viene como un bálsamo que un grupo de cubanos –un equipo de pinareños- opte por convivir, cobijar y robustecer la desperdigada Nación cubana.
He sabido que esta mañana ha surgido otro espacio digital hecho dentro de la Isla, dirigido por Dagoberto Valdés. Una revista que desde la “cola del caimán” aborda problemáticas comunes a todos los cubanos. Un nuevo sitio para confirmar que Internet es de esas tantas grietas que se le están abriendo al muro.
Me siento cerca de todo el equipo de Convivencia. No sólo por compartir la aventura de intentar acceder a Internet dentro de Cuba, sino por esa premisa de que los pequeños pasos son quizás los más sólidos. Con Dago, Toledo, Olga, Karina y Daguito aprendí que “tenemos una hora: quince minutos para quejarnos y cuarenta y cinco para encontrar soluciones”. Todavía estoy en vías de aplicarla, pero creo estar –al menos- en la etapa primaria de expresar “lo que no me gusta”.
Haber convivido junto al equipo de esta nueva revista, en las largas jornadas para sacarle al código html una publicación cubana, pinareña y plural, me ha ilusionado –no con el futuro– sino con el “ahora”. Espero que la combinación de talento, tolerancia y modestia, que ellos exhiben, sea contagiosa y conmine a otros.