Cultivos de ciclo corto
Las ilusorias soluciones que una vez se hicieron llamar “zafra de los diez millones”, “cordón de La Habana” o “Plan alimentario” se han trasmutado hoy en otras utopías como Revolución Energética, perfeccionamiento empresarial, petróleo en las aguas del Golfo o exportación de capital humano. A todas las recorre el mismo infantil delirio de querer curar con una sola medicina la agonizante salud de la economía cubana.
Recuerdo un montón de esas fracasadas quimeras, pero fue la de eliminar la hambruna cultivando plátano microjet la que viví con especial intensidad. Estaba yo en un preuniversitario en el campo llamado República Popular de Rumania, aunque a las alturas de 1991 ya Ceausescu y Elena habían sido ejecutados. Trabajaba en los platanales circundantes, que nos servían también como motel para el amor y excusado más limpio que el del albergue. En los surcos, miles de pequeñas mangueras –de ahí el nombre de microjet- atomizaban agua todo el tiempo. Las plantas daban unos frutos enormes y sosos, cuyas cáscaras estallaban por el desproporcionado crecimiento del interior. En nuestros platos, aquel aguado manjar no podía sosegarnos el hambre, como tampoco pudo sacar al país de la crisis.
Después de los huracanes, ha aparecido un nuevo espejismo al estilo de los mojados plátanos de mi adolescencia. Lo llaman con el eufemismo de “cultivos de ciclo corto” y propone priorizar la siembra de cebollinos, ajos porros y acelgas a la de otros cultivos que necesitan más tiempo y cuidados. Con esa estrategia agrícola se pretende llenar apresuradamente las desoladas tarimas de los mercados y tranquilizar a la irritada población cubana. Todos los dientes que preferirían hincar una yuca en lugar de una hoja de orégano, tendrán que conformarse entonces con estos frutos de la inmediatez.
Tengo el temor que esta medida temporal se vuelva crónica y la caprichosa piña -que necesita meses entre su siembra y el momento de consumirla- sea sustituida por tres ciclos de col china. Discúlpenme la desconfianza, pero el amplio catálogo de los desastres económicos y agrícolas no me permite creer que esta vez sí darán en el clavo.