Mi madre y las cebollas

Vendedor de cebollas. (14ymedio)
Vendedor de cebollas. (14ymedio)
Yoani Sánchez

06 de agosto 2014 - 13:00

La Habana/¿En quién pienso cuando escribo? ¿Cómo es ese lector que imagino se acercará a mis textos? ¿A quién quiero sacudir, conmover, llegar… con mis palabras? Tales interrogantes son comunes en quienes nos dedicamos a publicar nuestras opiniones e ideas. También es una pregunta frecuente entre los que hacemos labores informativas y de prensa. Definir el sujeto al que va destinado el periodismo que hacemos resulta clave para no caer en generalizaciones absurdas, lenguajes ininteligibles o en tonos de manual didáctico.

No escribo para académicos ni sabios. Aunque un día me gradué de filología hispánica, los latinazgos y las citas textuales pertenecen a una etapa de mi vida que ya quedó atrás. Tampoco pienso que mis palabras llegarán a gente sentada en los cómodos sillones del poder, ni siquiera a especialistas o estudiosos que buscarán en ellas claves y mensajes. Cuando me siento frente al teclado pienso en gente como mi madre, que trabajó por más de 35 años en el sector de los taxis. A esas personas pegadas a la realidad y que sortean adversidades durante 24 horas, van dirigidos mis escritos.

A veces, cuando hablo con mi mamá le explico la necesidad de que Cuba se abra a la democracia, que se respeten los derechos humanos y se instale la libertad. Ella me escucha en silencio por un rato. Después de algunos minutos, cambia la conversación y me cuenta de los huevos que no han llegado, del burócrata que la maltrató o del salidero de agua que hay en la esquina de su casa. Entonces, le pregunto a cuánto están las cebollas. Mi madre necesita el pago de tres días de su jubilación para comprar una libra de cebollas. Ya no tengo que decirle nada más, ella sólo concluye: “Este país tiene que cambiar”.

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