Despertar
Sostiene el micrófono pegadísimo a la boca y los dreadlocks se le mueven inquietos sobre la espalda. Raudel Collazo está en escena: suda, canta, habla y a cada rato un coro de aplausos se suma a su música. Después del concierto volverá a la casa de Güines, a la acera estrecha y rota por la que va con su hija hacia la escuela, a la madre de pañuelo blanco alrededor de la cabeza. El documental Despertar, dirigido por Anthony Bubaire y Ricardo Figueredo, indaga precisamente sobre el hombre que comparte cuerpo con el músico prohibido. En pantalla, se exponen esas inquietudes suyas que terminan volcadas sobre las letras de Escuadrón Patriota. Para completar esa indagación, la cámara capta también las imágenes de una cotidianidad familiar y personal que ha sido narrada en sus canciones.
Raudel, que en el conocidísimo tema “Decadencia” le puso música a las angustias de muchos cubanos, es ahora el protagonista de este filme en blanco y negro. Una obra que fue censurada en la última edición de la Muestra Joven organizada por el Instituto de Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC). El incidente motivó la renuncia del destacado cineasta Fernando Pérez, quien presidía dicho evento y había logrado evitar otros intentos de exclusión. Durante 12 años, en ese espacio de audiovisuales independientes se han presentado varias creaciones que abordan temáticas tenidas en Cuba como tabú en el orden cultural, social o político. De ahí que lo ocurrido a principios de este abril resulte un grave revés para el hervidero de atrevimiento en que se había convertido el encuentro.
Para el espectador foráneo será difícil detectar, a lo largo de sus 45 minutos, el motivo para satanizar el documental. En la pantalla aparece un hombre que habla, ama, opina; alguien que aborda temas como el racismo, el estado de la salud pública o la situación constructiva de su vivienda… No hay llamados a la violencia social ni mensajes de odio; tampoco incitaciones a una revuelta popular. Allí, tirado en una cama o comiendo con un amigo, se ve sólo un individuo que ha encontrado en la música un camino de expresión cívica y en los estribillos de sus canciones una forma de reclamar derechos arrebatados. No obstante, los censores sí se percataron del “peligro” que entraña contarle al público cubano el despertar de un ciudadano, mostrarle el clamor que lanza cuando sale del silencio.