Un diploma y mucha confusión

Yoani Sánchez

07 de julio 2008 - 21:55

Termina el curso escolar y ya veo peligrar mi pan del racionamiento. Mi hijo estará durante dos meses sin ir a la escuela y, en la ansiedad de las vacaciones, podría comerse hasta las bisagras de las puertas. No se conformará con el harinoso ejemplar de 80 gramos que recibe por la libreta y de seguro arremete contra mi cuota de pan o la de su papá.

Me preparo desde ahora para las preguntas del tipo ¿Mami, no vamos a visitar a la familia de Camagüey? y yo intentando explicarle que la cola para los ómnibus interprovinciales demora tres días y ya están vendiendo los pasajes para la segunda quincena de julio. Tampoco lo calmará saber que los precios de moverse en las estrechas Yutong, hacia el centro de la Isla, vienen a ser la mitad del salario de cualquier trabajador.

Pero trataré de complacerlo y le cederé mi pan, dormiré tres días en la fila por un pasaje a Camagüey y hasta puede que le alquile un par de horas el Play Station de un vecino. Todo eso porque ha terminado séptimo grado con buenas notas y hay que agasajarlo. El sábado pasado fue el acto de fin de curso y regresó a casa con su diploma y lanzó su grito de guerra desde la puerta “¡Estoy de vacaciones!”.

Sólo que no sé bien de qué se ha graduado mi hijo, si de séptimo grado o de la Escuela del Partido Comunista “Ñico López”. La confusión ha comenzado cuando miré el diploma, que aquí les dejo para que puedan comprobar de dónde viene mi  desconcierto. ¿Qué creen ustedes?

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