Festival de cine francés
La gran pregunta del sábado por la noche no es ¿qué hacer? sino ¿cómo costear una recreación mayoritariamente en pesos convertibles? Para una pareja joven, el acto de ir a una discoteca puede significar –como mínimo- la erogación de diez “chavitos”. De ahí que las fiestas house o las películas del sábado resulten mejor para el bolsillo. Yo me entretengo con los amigos que vienen a la casa y de vez en cuando me voy al malecón, que sigue siendo gratis. Me sumo a veces a los jóvenes que se reúnen en la intersección de 23 y G para pasar la noche conversando, cantando en voz alta y caminando de un lado a otro.
Por eso me siento feliz cuando llega el Festival de Cine Francés y con sólo pagar un subsidiado precio, logro entretenerme algunas noches. Eso sí, nada de tomarse una cervecita a la salida del filme “99 F” o de la comedia “Usted es realmente guapo”, porque eso podría significar el salario de un día de trabajo. Después de las funciones, nos quedamos mosqueando en las afueras del Chaplin o nos vamos a casa. El anuncio de la semana de cine alemán me tranquiliza: al menos durante algunos días, divertirse no significará hacerse el harakiri.