Identificados y exhibicionistas
Contracorriente de la escondedera y la simulación, algunos bloggers alternativos hemos puesto nuestro documento de identidad junto a los textos que escribimos. En medio de tanta máscara auto impuesta, enseñar el carnet me recuerda al exhibicionista que se abre el abrigo, aunque todos sepan lo que lleva adentro.
Mi huella dactilar, mis dos apellidos y hasta el nombre de mis padres aparecen en la cartulina azulada que da fe de mi existencia. Para evitar que los policías se desgasten diciéndome “identifíquese ciudadana”, doy por adelantado las señas de mi vida. Lo ha hecho también Claudia en su ecléctico blog Octavo Cerco, Lía en sus arranques de Habanemia y algunos otros que revelan sus datos para espantar el miedo.
Quién sabe si logremos contagiar a los trolls que, amparados en el anonimato, intentan colapsar nuestros sitios con insultos. Es poco probable, sin embargo, que la fiebre de identificarse llegue hasta quienes tienen como oficio no dar la cara. A esos “anónimos muchachos” quiero mostrarles que al abrirme el abrigo soy algo más que el 75090424130, un documento envuelto en plástico y un pulgar manchado de tinta que se pega al papel.