La improbable entrevista de Gianni Minà

Yoani Sánchez

09 de mayo 2009 - 14:42

Toda una retórica –tan extendida en los años sesenta del siglo pasado- da sus coletazos moribundos en este milenio que recién comienza. Es una forma de discutir que me recuerda a las “barricadas”, en eso de parapetarse y lanzarle al oponente –desde un lugar seguro- insultos en lugar de argumentos. Gianni Minà ha desempolvado un poco esa gastada artillería. El arsenal que ha arrojado sobre mí se compone de las acusaciones de que soy fabricada desde el Norte y que he olvidado mencionar –premeditadamente-  las ventajas del actual sistema cubano. Para concluir, me repite el estribillo de que soy una “desconocida” en Cuba, olvidando que siempre he alardeado de mi pequeñez y mi insignificancia.

Minà, sin embargo, sí tiene un historial de grandes acciones. Logró entrevistar a quien ha regido los destinos de mi país por cinco décadas, cuando los propios cubanos no hemos podido cuestionarlo o responderle con una boleta dejada en la urna. El libro resultante de aquel encuentro estuvo en las librerías durante los años en que yo pensaba abandonar el preuniversitario, por no tener zapatos que ponerme. Del lado de acá y lejos de las vitrinas donde se exhibía la extensa entrevista en una edición de lujo, algo muy diferente ocurría: los bolsillos se vaciaban, la frustración crecía y el miedo campeaba. Ninguno de esos puntos aparecía en las alabadoras frases de aquella publicación y el autor no ha querido hacer una segunda entrega para reparar esos olvidos.

Me gustaría sugerirle un par de preguntas para un nuevo encuentro entre él y Fidel Castro, que probablemente jamás ocurrirá. Indague usted señor Minà –usted que puede hablar con Él- por qué no decreta una amnistía para Adolfo Fernández Saínz y sus colegas, que ya cumplieron seis años de prisión por delitos de opinión. Anote en su agenda, por favor, las dudas que tiene mi vecina sobre la negativa para que su hermano entre a Cuba, después de “desertar” en medio de un congreso en el extranjero. Transmítale la interrogante de mi hijo Teo, quien  no entiende que para estudiar en el nivel superior deba cumplir con una serie de requisitos ideológicos.

Si usted puede acercarse a Él -más de lo que cualquiera de nosotros lograría- pídale que deje a estos “desconocidos” ciudadanos asociarse, fundar un periódico, crear una emisora de radio, postular a un presidente o disfrutar de ese derecho -que usted ejerce a plenitud- de escribir públicamente opiniones muy diferentes a las del gobierno de su país. Le aseguro que esa entrevista –la que usted nunca hará- será un bestseller en esta Isla.

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