Jovenzuelos

Yoani Sánchez

31 de enero 2008 - 03:20

Hay ciertos ancianos a los que el desenfado de los más jóvenes les produce quemazón y pesadumbre. Son aquellos que intuyen que los que vienen detrás barrerán con todo lo que para ellos resultara “sagrado”. Tienen razón. Nada hay más temible que un adolescente que no economiza sus horas y que amenaza con “cambiarlo todo”. Son esos viejos los que, en la primera oportunidad, les echan en cara a los nietos los pañales lavados, la educación ofrecida, los desayunos servidos y hasta las medicinas compradas.

Una oleada de ese rencor me ha llegado en el despectivo de “jovenzuelo” lanzado por Fidel Castro en sus penúltimas reflexiones. La andanada de “trapos sucios” fue motivada porque un cubano (quizás Yuniesky, Yohandry o Yasiel) fue entrevistado por una agencia extranjera y declaró que no quería oír hablar de socialismo. Con ese determinismo, típicamente juvenil, se agenció la virulenta reacción del mismísimo jefe de Estado que le dedicó casi un párrafo.

Toda la historia del joven hastiado y del severo “abuelo” que lo recrimina, me ha transportado a los años de la Glasnot y a la revista Novedades de Moscú, donde un imberbe joven advertía a los sesentones que frenaban los cambios “ustedes tienen todo el poder, nosotros tenemos todo el tiempo”. Claro, hay que matizar la frase al saber que también para Yunieski o Yohandry pasan los años, y cada vez cuentan con menos tiempo.

Presiento que me volveré una viejita un tanto punk. Le permitiré a los muchachones del 2050 burlarse de mis fotografías y del feo peinado que llevaré por más de tres décadas. Los dejaré derrumbar uno a uno todo lo que hoy me resulta “intocable”. Lo haré con gusto y conformidad, porque sé que ellos no sólo tienen el tiempo, sino que -sin saberlo- devengan también el poder. Un enorme poder que les permite escoger entre “esperar o hacer algo”.

También te puede interesar

Lo último

stats