Una mirada simple
He leído el intercambio entre Silvio Rodríguez y Adrian Leiva sobre las limitaciones de entrada y salida del país. Ha sido ese tema –precisamente- uno de los más tocados en Generación Y en los últimos meses. Vengo a ser, a mi pesar, una especialista en todos los recovecos de las limitaciones para viajar fuera de esta Isla. Después de comprobar que alrededor mío esas restricciones migratorias no gozan de ninguna popularidad y que hasta un exparlamentario se declara inconforme con ellas, la pregunta que me hago es ¿Por qué siguen en pie?
La respuesta que se me ocurre viene de una cuestión sencilla: ¿Qué pensará mi vecino –militante del partido comunista y que nunca ha sido enviado a un viaje oficial- si yo lograra cumplimentar mis invitaciones al extranjero? Qué va a quedar de su “fidelidad” ideológica al comprobar que ya la incondicionalidad no es requisito indispensable para poner un pie fuera de Cuba. Será un golpe duro para él ver llegar, cargados de regalos, a todos aquellos que ahora están en la lista negra de los que no pueden entrar a Cuba.
Si aplaudir ya no genera el privilegio de poder comprar un refrigerador nuevo, pasar un par de semanas en la playa o recibir un viaje de estímulo a los países de Europa del Este ¿qué ventaja tendrá entonces mantener la máscara? Sólo me queda concluir que el permiso de salida o entrada al país es uno de los últimos diques de contención para que las aguas del comportamiento libre no arrasen con todo. El miedo a no recibir la “tarjeta blanca” ha quedado como una de las pocas razones para seguir simulando.
En el blog de Maryel sobre Silvio Rodríguez: la carta de Adrián Leiva y la respuesta de Silvio, aquí.