Model town
El central azucarero reducido a ruinas, la calle principal desolada y en el interior de las viviendas el pasado enquistado en los recuerdos. “De pueblo modelo a pueblo fantasma” –musitan quienes viven en el poblado de Hershey– pues el otrora esplendor se les convirtió en un reducto de nostalgias. Gracias al talento de varios jóvenes realizadores, la pequeña villa aparece hoy retratada en un breve documental que humedece los ojos y cierra las gargantas. Un paseo por la añoranza de cientos de personas para las que el futuro –inobjetablemente– no terminó siendo un tiempo mejor.
La peculiar villa incluía un trazado urbanístico moderno, próspera industria azucarera, fábrica de chocolates y un tren eléctrico que todavía circula en medio de chirridos y chispas. Todo eso en una escala pequeña, pero funcional, como si hubieran puesto en orden –sobre el césped– una decena de casa de muñecas con techo a dos aguas. Gracias al empuje de Milton Hershey, quien había nacido en una aldea en Pensilvania en 1857, se comenzó la construcción de este curioso asentamiento en la colina de Santa Cruz, al este de nuestra capital.
La prosperidad de ayer y la inercia de hoy, son los acordes entre los que se mueve el corto fílmico dirigido por Laimir Fano y que fue proyectado en el cine Chaplin, en una muestra a la que fueron impedidos de entrar varios bloggers. Afortunadamente, sus emotivos 15 minutos ya circulan en las redes alternativas de distribución de información, para las que no se necesita cumplir con las reglas del “derecho de admisión” de ciertas entidades culturales. Una magnífica selección de imágenes, unida a un atrevido trabajo con los sonidos y la banda sonora, logran trasladarnos hacia ese pueblito sumergido en la morriña. El chocolate actúa como un detonante para la emoción de los protagonistas, mientras los espectadores –del lado de acá de la pantalla– podemos sentir su aroma, la textura de la memoria embalada con el mismo papel de los bombones.