Pelo suelto
Muchos habaneros estamos desconsolados por el operativo policial que desmanteló varias redes de fabricación de platos, cucharitas y hebillas plásticas. En medio de una “ofensiva contra las indisciplinas sociales”, la Policía -después de caerles arriba a los “buzos”- ha cerrado 13 talleres y 10 almacenes clandestinos donde se confeccionaban objetos de gran demanda popular. Los ilegales fabricantes no procesaban drogas ni traficaban con armas, simplemente se dedicaban a producir pozuelos, palitos de tendederas y pellizcos para el cabello.
Parece que perseguir más intensamente a los fabricantes privados forma parte de los nuevos cambios que tanto se exhiben hacia el extranjero. Por sí o por no, y como protesta ante esta razia, llevaré el pelo suelto por estos días. Es la forma que tengo de decirme “Yoani, acostúmbrate a la desaparición de los accesorios que te permitían domar tu melena”. Por lo pronto, ya fui a comprar una espumadera de aluminio y una escoba nueva, que de seguro desaparecerán después de esta incautación.
Los acongojados compradores de las vituallas plásticas preferiríamos que, en lugar de una arremetida policial, los productores alternativos tuvieran la posibilidad de legalizar su labor. Si la ONAT los legitimara, entonces pagarían impuestos y pudieran acceder a un mercado mayorista donde comprar la materia prima. En breve tiempo nadie querría pagar los elevados precios de productos similares en las tiendas en divisas y el Estado no tendría que importarlos desde tan lejos. Los delatores de siempre no tendrían que informar de quienes producen juntas de cafeteras, percheros y tapas para pomos. Eso sin hablar de mi pelo, que luciría una bella hebilla de producción popular, comprada a un respetado productor por cuenta propia.
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