El Guajiro Azul me ha mandado un texto donde cuenta las motivaciones y los dolores de cabeza que le genera llevar el blog “Retazos”. El título de su escrito es delicioso: “El viejo, la Internet y yo”. Al leerlo uno siente que el anzuelo tira fuerte, pero que esta vez el anciano pescador no podrá sacarnos del agua donde, cuasi-libres, nadamos por la red.
No he podido esperar a que se publiquen los textos de la conferencia blogger –postergada por la debacle de los huracanes y a punto ya de hacerse- para traerles las reflexiones de este cuarentón que nació rodeado de cañaverales. Les dejo los últimos dos párrafos de la ponencia presentada por un campesino de tecla ágil y posts afilados, como machetes.
Llevar un blog puede ser frustrante, sobre todo con tantas dificultades para el acceso. Dificultades que se agravan cuando se vive en provincias. El tiempo es caro y escaso. Hay que repetir envíos que se interrumpen cuando la línea se cae. No poder arreglar pequeños errores que se escapan. No poder leer o responder a los comentarios. Pocas posibilidades de establecer relaciones con otros bloggers. No poder corresponder con los ofrecimientos de intercambiar links. Imposibilidad casi absoluta de subir una imagen. Todo este rosario de impedimentos condiciona un estilo minimalista, excesivamente sobrio y visualmente aburrido. Se requieren geniales dotes de narrador para escribir textos que atraigan a los lectores y yo no las poseo.
Por estos y otros motivos, más de una vez he pensado en rendirme ante la adversidad. Desalentado por las escasas visitas y los exiguos comentarios, agobiado por este nuevo estadío de la incomunicación que me recuerda los mensajes en botellas enviados por los náufragos, he pensado en abandonar el blog, como se deja un barco que hace aguas. Parafraseando a Ponte, me pregunto a qué acude la gente para seguir con su blog. ¿Para qué hago esto? ¿Acaso por la fama, por dinero, por acumular links, por el reconocimiento, ahora o en el futuro, si todo sigue igual o si hay cambios? Entonces vuelvo a lo básico, la necesidad de contar las cosas que me gustaría ver contadas. Respiro hondo, apago el monitor, le doy una vuelta al niño, le acomodo el mosquitero, tomo café en la cocina, prendo el último cigarrillo de la caja, vuelvo a respirar hondo, enciendo el monitor y sigo tecleando.
- Hay que darle ánimo a este blogger rural para que siga posteando. Propongo que le dejemos unas palabras de apoyo en los comentarios de “Retazos”, incluso pueden llegarse por ahí los trolls y los muchachos de las Brigadas de Respuesta Cibernética, que tantos hits y tráfico le han proveído a Generación Y.