Yo sí quiero
La semana pasada estuve participando de un proceso de alfabetización destinado a bloggers que recién comienzan. Después de seis meses de reunirnos para intercambiar conocimientos en nuestro Itinerario, se hizo necesario contar con sesiones separadas para quienes se adentran por primera vez en el mundo de las bitácoras. Como quien aprende a deletrear, los participantes de estas clases básicas unieron textos e imágenes para subir por sí mismos los primeros posts.
El método empleado para enseñar el uso de Wordpress lo llamamos “Yo sí quiero”, porque descansa en el deseo personal de opinar –libremente- en un blog. Todo aquel que enseñe algo debe hacerlo como si regalara un par de alas, pues sólo el “alumno” podrá decidir si quiere o no volar con ellas. Con ese respeto, hemos mostrado los caminos para expresarse en el ciberespacio, sin que eso implique ningún compromiso unitario o de fidelidad por parte de quienes aprenden.
Yo sí quiero, porque el tirón de las ganas puede llevarnos a hacer aquello a lo que ni siquiera la voluntad nos compulsa. Cuando se ha vivido en medio de consignas, arranques voluntaristas de unos pocos y tareas obligatorias, el deseo personal se convierte en una meta a reconquistar. “Yo sí quiero” debería ser la frase que acompañe al tan mentado “Yo sí puedo”, pues no basta con tener la capacidad de aprender si carecemos del apetito de usar esas letras o esos kilobytes descubiertos, para dejar atrás el suelo.