De regreso
A las seis y unos minutos, sacaron a la Virgen en su urna de cristal. Todo ocurrió en la misma parroquia de Manrique esquina Salud, donde debí haber ido cuando niña. Sólo que mis padres fingían, por ese entonces, que eran marxista-leninistas y mi abuela no pudo convencerlos de que dejarán a las niñas rezar.
Hoy, he regresado entre la multitud de señoras emocionadas, niños vestidos de amarillo, damas de blanco rodeadas por un cordón de segurosos y gente asomada a balcones que parecían a punto de desplomarse. Una lluvia de pétalos nos cayó encima en la calle Reina, mientras mi marido gritaba: "¡Viva la Virgen de todos los cubanos!". Por momentos creí que sí, que un día nada de lo que hoy nos separa significará nada... y ella volverá a aceptarnos bajo su manto dorado. Como lo hizo esta tarde conmigo…
Fotos: Reinaldo Escobar