Soroa
Ante la ausencia de oficinas de turismo donde un ciudadano cubano pueda organizar –con moneda nacional– una excursión por su propio país, la inventiva particular ha ocupado ese “nicho de mercado”. Durante julio y agosto es común encontrar carteles que anuncian un viaje a las Cuevas de Bellamar, Varadero o la Ciénaga de Zapata. Los organizadores arriendan el ómnibus de un centro de trabajo y venden las capacidades por un precio que oscila entre los 50 y los 120 pesos cubanos. Las salidas son en la madrugada, para evitar los controles y el fuerte sol en la carretera. El retorno es antes de que caiga la noche.
Aunque se trata de una actividad económica ilícita, la policía se hace de la vista gorda pues sabe que en una olla donde se acumula la presión es bueno dejar mínimas rendijas abiertas. Por eso hay quienes viven desde hace varios años de organizar excursiones turísticas de manera alternativa. Los más osados han llegado a anunciar sus viajes por Internet o a través del correo electrónico. Otros mejoran sus ofertas e incluyen en el precio total una merienda o un almuerzo en una paladar local.
En un viaje coordinado por estos emergentes “turoperadores” he ido el fin de semana a Soroa. Tres décadas en las costillas y todavía hay paisajes de mi país que nunca he visto, por culpa del caótico transporte y de las limitaciones para acceder a ellos. Sólo un par de veces en mi vida he visitado esta zona montañosa y sus instalaciones: la primera, en aquellos idealizados años 80 en que los cubanos podíamos hacer turismo con la moneda en la que nos pagaban. Esta de ahora, gracias a la inventiva ciudadana y sus espontáneas redes de turismo.
¡Un hurra por el empuje de los privados que deja en evidencia la ineptitud del Estado cuando quiere organizarlo todo!
• Les dejo unas fotos que hice durante el viaje.