Terapia ocupacional
Unos hacen figuritas de papel, otros unen cuentas de colores en un collar que nunca se termina o pegan trocitos de tela en una sobrecama infinita. Terapia ocupacional le llaman: mantener las manos trabajando para que la mente no se desboque, diría yo. De vez en cuando, una de esas repetitivas ocupaciones logra sacarme de la cotidianidad aunque no la haga con agujas o pegamento, sino auxiliándome de destornilladores y pinzas de corte. Me da por desarmar circuitos, recomponer cables, abrir todo tipo de elementos electrodomésticos a ver si su diagrama de funcionamiento tiene más lógica que nuestra absurda realidad. Hago y rehago la tecnología.
Quizás un día logre crear ese artilugio que no sólo relaje tensiones, sino que sirva –finalmente– para conectarnos a Internet.