Una valla para cubrirse

Yoani Sánchez

02 de octubre 2008 - 17:31

 

El sábado aprovechamos que una amiga iba rumbo a Pinar del Río y nos fuimos en su carro con algunas donaciones para los afectados. Ropa y comida regaladas por gente que tiene poco, pero con ganas de ayudar a quienes tienen menos. Esa solidaridad entre ciudadanos que, aunque parezca insignificante comparada con la que pueden dar los gobiernos y las ONGs, no debe dejar de hacerse. El destino final de las cosas recolectadas fue el pueblo de Consolación del Norte y los pequeños caseríos colindantes, algunos de los cuales todavía no tienen electricidad.

En la carretera sorprende ver cuán rápido se han restablecido todas las vallas políticas. Estos carteles serían más prácticos como techos para casas, que en su función actual de propaganda ideológica. Uno de esos gigantescos posters de metal bastaría para cubrir alguna de las viviendas en las que todavía sus moradores duermen bajo las estrellas.  ¿Se imaginan tener como cubierta uno que diga “Sólo de nuestro trabajo podrán salir los recursos”? Vivir bajo semejante perogrullada no sería muy agradable, pero al menos se está a salvo de la lluvia.

Volví y confirmé que la recuperación tardará años, que la esperanza escasea y que lo peor puede estar por llegar, cuando el entusiasmo de la ayuda pase. La policía ha recrudecido los controles en la carretera, para evitar el trasiego de mercancías hacia el mercado informal. Malas noticias para todos aquellos que dependemos, en gran medida, de los vendedores que tocan a nuestra puerta. Una intensa campaña contra el desvío de recursos, los precios altos en los mercados agrícolas y todo aquel que propale rumores negativos, nos advierte de lo que vendrá. Ya sabemos que esas ofensivas comienzan por atacar lo ilegal y evolucionan hasta restringir los pocos espacios de opinión y perseguir incluso a los vendedores de maní. La condición de “plaza sitiada” se acentúa, por lo que no me sorprenderían algunos ejemplarizantes procesos jurídicos en aras de “conservar el socialismo”.

Estos dos huracanes nos han dejado atrapados en un cuadro que ya conocemos. El de un Estado que intenta resolver con centralismo, control, amenazas legales y mano dura lo que debería solucionar con apertura, espacio a la iniciativa privada, libertades y reformas.

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