¿Tú también, Carlos?

Yoani Sánchez

13 de diciembre 2007 - 01:30

El martes lo pasamos entre el teléfono que sonaba y los amigos que venían para contarnos que Carlos Otero -el más conocido presentador de la televisión cubana- había pedido asilo en Estados Unidos. Esta ha sido la noticia que más rápidamente ha circulado vox populi en los últimos meses, quizás por tratarse de un hombre de los medios. Había llegado a ser el único que, en nuestra somnífera programación, tenía un espacio con su propio nombre: “Carlos y punto”.

Acostumbrada como estoy a ver partir cada año a varios de mis amigos, no me sorprende que este “hombre de éxito” haya escogido el camino del exilio. Su decisión se parece a la de muchos otros que han comprendido que aquí no tienen futuro, que han llegado a darse cuenta que Cuba no es un país donde realizar los sueños. Eso lo confirmo cada vez que pregunto entre mis conocidos sobre sus planes y recibo -más de la mitad de la veces- la frase “yo lo que quiero es irme de aquí”. Respuesta ésta que aumenta alarmantemente cuando se interroga a los de menos edad.

Esta continúa sangría que cada mes se lleva a los más jóvenes, a los más atrevidos y, por qué no decirlo, a los más talentosos, es la demostración de que el bienestar de la población no está siendo el centro de atención del gobierno cubano. Elementos políticos, ideológicos y cargas arrastradas del pasado son priorizadas por encima del “aquí” y el “ahora” de nuestras necesidades. Mientras por “allá arriba” no se reconozca que no han logrado construir un país donde la gente quiera quedarse y emplear sus energías, no podrá resolverse el drama de la emigración.

Cuántos tendrán que irse para que escuchemos la frase de “hemos fracasado, no hemos podido darle un futuro a los cubanos”. Sospecho -porque ya conozco la testarudez que trae tantos años en el poder- que ni siquiera la desolada estampa de una isla de gente envejecida y cansada, con sus hijos viviendo en otras latitudes, hará entrar en razón al gobierno cubano. Me imagino las acusaciones de “apátrida”, “vendido al imperialismo” y “traidor” que se escucharán por estos días, en el Instituto de Radio y Televisión, al hablar del asilado presentador.

No saben ellos que con la salida de Carlos Otero, los que quedamos aquí, sentimos la isla cada vez más vacía y terriblemente aburrida.

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