Chiquita

Yoani Sánchez

17 de junio 2008 - 07:19

Gracias a los amigos que he cosechado a través de este Blog, me ha llegado la novela Chiquita, ganadora del Premio Alfaguara de este año. Es probable que tenga uno de los pocos ejemplares que hay en la Isla, lo que me obliga a leerlo rápido y pasarlo a la cola de amigos que esperan por él. Las más de quinientas páginas escritas por Antonio Orlando Rodríguez resultan atractivas no sólo por la historia que narran, sino por el círculo de misterio que envuelve al propio libro. Con decirles que los medios oficiales cubanos no han anunciado, todavía, que un compatriota ha ganado tan importante galardón.

En medio de la oleada de periodistas y paparazzis que cayó sobre el premiado autor después de la decisión del jurado, tengo la certeza de que ninguno era de un informativo radicado en Cuba. No me sorprende este silencio, pues bajo esa misma caprichosa selección me dejaron de mencionar, cuando estudiaba literatura cubana en la enseñanza media, las obras de Cabrera Infante, Dulce María Loynaz y Gastón Baquero. La omisión es una de las tácticas más usadas por la censura, y, en cumplimiento de ella, Chiquita no existe. Los funcionarios han determinado que al hacerse desde el exilio, no debe ser incluida en el estricto territorio de “la cultura cubana”.

Si uno lee la biografía de la liliputiense Espiridiona Cenda, no encuentra motivos temáticos o estilísticos para que el libro haya sido segregado. Su supresión de las noticias, de los debates intelectuales y de las revistas de crítica obedece a causas extra literarias. El hecho de que su autor no pertenezca a las instituciones culturales isleñas, que haya hecho alguna incómoda declaración sobre el gobierno cubano, o que, sencillamente, presentara su libro a un concurso internacional sin la debida autorización de la UNEAC y el Ministerio de Cultura, lo excluye de ser reconocido en su propio país.

Pierden su tiempo los torquemadas de la cultura: en este mundo de hoy, todo se sabe. La abultada cola que espera por mi ejemplar de Chiquita, me dice que de prevalecer el criterio popular Antonio Orlando Rodríguez estaría en la primera plana de nuestros periódicos y en los estantes de cada librería. Espiridiona Cenda sería el personaje del momento y el enanismo mental de los censores no lograría escamotearnos la historia de esta “muñeca viviente cubana”.

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