El sí y el no al Código de las Familias en Cuba, claves de un referendo con victoria y castigo

"La única propaganda que ha tomado las vallas públicas, los spots de la televisión y  las portadas de los periódicos va dirigida al SI aprobatorio". (14ymedio)
La única propaganda que ha tomado las vallas públicas, los spots de la televisión y las portadas de los periódicos va dirigida al Sí. (14ymedio)
Yoani Sánchez

27 de septiembre 2022 - 12:53

La Habana/María Julia, camagüeyana de 67 años, nunca se leyó el texto completo del Código de las Familias que este domingo fue llevado a referendo en Cuba, pero votó sí porque en el núcleo del Partido Comunista en que milita llamaron a "apoyar la Revolución y amanecer en los colegios electorales". En La Habana, Yania, de 42 años, marcó la casilla del no aunque lleva años soñando casarse con Yesenia y esta nueva legislación abre la puerta al matrimonio igualitario. Lo hizo así porque opina que "bajo una dictadura no hay elección válida".

Los partidarios o detractores de este Código de la Familia, que los expertos catalogan de avanzado y los juristas de necesario, no son bloques homogéneos ni se dividen con una línea clara. El tercer referendo que se realiza en Cuba en más de 60 años fue mucho más que una consulta sobre la gestación solidaria, las maneras de repartir los bienes en la pareja al momento del matrimonio o la sustitución del concepto de patria potestad por el de responsabilidad parental. Para muchos está fue la única posibilidad de hacerle llegar un mensaje de inconformidad a través de las urnas al régimen de Miguel Díaz-Canel.

La victoria del sí, con más de un 66% de los votos válidos, no es el triunfo con el que había soñado el oficialismo, que apostó todos sus recursos propagandísticos a la aprobación del Código sin permitir que en los medios nacionales aparecieran voces que lo cuestionaran o rechazaran. Con más del 26% de abstención, el castrismo se ha dado de bruces con la más baja asistencia a los colegios electorales de toda su historia. Esa cifra en democracia podría ser un signo de los tiempos que corren, pero bajo una dictadura –donde no ir a votar es señalarse y puede causar serias represalias– se trata de un claro gesto de desafío y confrontación.

Tampoco los asistentes se portaron de acuerdo al guion oficial, que hubiera preferido una rotunda aceptación de la nueva legislación

Tampoco los asistentes se portaron de acuerdo al guion oficial, que hubiera preferido una rotunda aceptación de la nueva legislación. Más del 27% de los que llegaron ante las urnas dijeron no, anularon la boleta o la dejaron en blanco. Al final, menos del 47% del padrón electoral dijo sí al Código de las Familias. Esta cifra muestra una sociedad fracturada a partir de un tema pero también una población que ha usado, en buena medida, la abstención y el rechazo para enviar un mensaje claro a la Plaza de la Revolución.

Si en lugar de una ley para regular cuestiones familiares se hubiera tratado de un referendo sobre el draconiano Código Penal, impuesto sin consulta popular y profundamente represivo, el mensaje de repudio al Ejecutivo habría sido mucho más fuerte y masivo. El totalitarismo cubano optó, sin embargo, por someter a votación unos derechos ciudadanos que debieron haber sido aprobados de facto sin pasar por una elección. Quizás creyó que iba a ser un aplastante éxito y que le lavaría el rostro ante la comunidad internacional, pero terminó cosechando un amargo botín.

El viernes anterior al referendo, Díaz-Canel llamó a apoyar el sí también "por nuestro socialismo". Este domingo se comprobó que su capacidad de convocatoria se ha reducido significativamente, que los mecanismos de movilización ya no logran el mismo efecto que hace unos años y que más de la mitad de los electores cubanos ha castigado, de una forma u otra, el sistema que él representa.

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Nota de la Redacción: Este texto se publicó originalmentente en Deutsche Welle en español.

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