Frente al espejo

La mezcla cultural y el asumir parte de lo que ofrece la nueva tierra donde viven han hecho de los cubanoamericanos un ajiaco de maneras y sueños
La mezcla cultural y el asumir parte de lo que ofrece la nueva tierra donde viven ha hecho de los cubanoamericanos un ajiaco de maneras y sueños. (Geandy Pavón)
Yoani Sánchez

06 de marzo 2016 - 14:22

Washington/Ahí está la tía de los rolos en la cabeza y la mirada maternal, una vecina en bata de casa y aquella amiga que sopla las velas en su cumpleaños. Son rostros conocidos, familiares, pero que habitan a cientos de kilómetros de la Isla y nos llegan, como en un espejo que devuelve nuestra imagen sin distorsiones ni rajaduras, a través de la exposición The Cuban-Americans del artista Geandy Pavón (Las Tunas,1974).

En esa geografía lejana, los emigrados tejen sus sueños, asumen nuevas costumbres, mantienen el gusto por el arroz con frijoles y suspiran por un país que solo existe en sus recuerdos. A ese "espacio intermedio" en el que transcurre la existencia de los cubanoamericanos, el escritor Gustavo Pérez Firmat lo llamó el hyphen o guion "que une, al tiempo que separa, nominal y culturalmente, lo cubano y lo norteamericano".

Pavón capta en esta serie de fotografías en blanco y negro, que se expusieron en el Instituto Cervantes de Nueva York, parte de la nostalgia de quienes se echaron al hombro sus raíces para que la nueva generación pudiera dar frutos. Padres que dejaron atrás su mundo de referencias, la casa donde nacieron y hasta los anillos de boda, con la obsesión de dar a sus hijos un futuro. Son como nosotros, pero han vivido más y en sus oídos el calificativo de "cubanos" suena dulce y doloroso.

Se llaman Josefa, Paco, Pedro, Yosvany, Miguel... y han experimentado el contacto diario con otras culturas, el gusto por las pequeñas cosas que lograron llevarse: un trozo de una canción, la foto amarilla de la abuela y el recuerdo del perro que ladraba en la guardarraya. Cargan también con la depresión del destierro, la convicción de que no pertenecen totalmente a la tierra que dejaron atrás ni a aquella que los ha recibido. Son seres que llevan su propia patria a cuestas.

El autor de The Cuban-Americans tomó como referencia la famosa serie fotográfica de Robert Frank, The Americans. La obra del artista estadounidense recibió duras críticas en su momento por no encarnar "la imagen de progreso y de grandeza que se quería proyectar en los años 50", recuerda Pavón. Como Frank, él también ha querido escapar de "los estereotipos, de los lugares comunes".

Esa "tierra de nadie", a donde los exiliados han sido lanzados por la política, la intolerancia y las restricciones migratorias, se parece en muchos detalles al país que hemos tejido dentro de la Isla en la burbuja de nuestra intimidad. Una identidad difícil de atrapar en instantáneas turísticas o postales de color sepia que tanto contentan al ojo foráneo. Más que una labor fotográfica, Pavón ha tenido que realizar una verdadera inmersión en esos abismo de la cubanidad.

De esa zambullida, ha regresado sin ruinas bellas, autos viejos, ni sonrisas fáciles. En lugar de eso, el artista asegura haber "encontrado otra Cuba fuera de Cuba", una nación que hace mucho tiempo dejó de estar contenida en una isla.

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