Pandemia y detergente

Yoani Sánchez

06 de octubre 2009 - 20:39

Persigo –sin éxito– un pomo de detergente para fregar esos vasos marcados por la grasa y las huellas dactilares, que ya no ceden ante el agua sola y el trapito. Tras el jabonoso líquido, he caminado hoy parte de La Habana, pues los anuncios televisivos nos llaman a aumentar la higiene ante el avance del H1N1. Sin embargo, la alerta provocada por la epidemia no ha hecho que en las tiendas rebajen los productos de limpieza, ni siquiera el costo de un simple jabón que equivale al salario de toda una jornada de trabajo. En lugar de eso, ha ocurrido lo contrario. El colapso de las importaciones se hace más notable en aquello que sirve para bañarse o desinfectar.

La voz del locutor nos llama a lavarnos las manos frecuentemente, usar pañuelos cuando estornudamos y mantener una buena higiene personal, pero la realidad nos obliga a la cochambre. Faltan los tapabocas, el agua corriente en muchas casas, la simple tenencia de una vitamina C con que fortalecer el organismo y la limpieza en los sitios públicos. La llamada “gripe porcina” tiene, así, un terreno propicio donde propagarse. Mientras avanza en nuestros barrios, los medios oficiales mantienen su parquedad y no mencionan las escuelas cerradas, los sitios en cuarentena y los hospitales repletos.

Esta ilusión de paraíso nos está matando. Este querer aparentar que vivimos mejor y que nuestras estadísticas se desmarcan de la media mundial, no logra esconder la fragilidad de nuestra sociedad ante una epidemia que exige recursos materiales en manos ciudadanas. Si enjabonarse el cuerpo o tener un poco de alcohol para esterilizar las manos se convierten en lujos, ¿cómo vamos a detener la pandemia que ya tenemos encima? Si ni siquiera llegó la cuota de jabón de septiembre al mercado racionado, cómo es posible que en la tele se convoque a la higienización sin aludir a la base material para lograrla. ¿Es qué no habían notado antes que nos estábamos hundiendo en la mugre? Tenían que hacer estragos la conjuntivitis, las diarreas y los virus para que repararan en que la sanidad no es solamente la de bata blanca y estetoscopio, sino que comienza en las calles, en la recogida de la basura, en las duchas de las casas y en esa madre que no puede fregar el plato donde comerá su hijo.

También te puede interesar

Lo último

stats